Opinión

Cambio de ciclo

Del tema hablábamos el pasado jueves y algunos parecen escandalizarse ante la caída de los otrora grandes partidos lejos de leer y reflexionar sobre el curso de la historia que sigue siendo maestra. Sentiría discrepar pero tengo la certeza de que los partidos, las ideologías, las formaciones políticas tienen su momento y punto. Pasado éste, pasan al ostracismo, a la desaparición. Cubrieron un lugar en la historia, meritorio para algunos y triste para otros pocos, pero acaba su ciclo. Esto es lo que se avecina, creo yo, en la política nacional desapareciendo en primer lugar el bipartidismo y viniéndose abajo formaciones otrora emblemáticas. Y nada pasará, porque vendrán otros que ocuparán sus lugares que, por otra parte, acaso algunos han gestionado mal.
Están los tribunales a tope de corrupciones. Sería lamentable alejarse de la objetividad. Está ocurriendo absolutamente en casi todos los partidos aún cuando PP, PSOE, Podemos y Convergencia sean los más notorios. Ya sean las tramas del partido en el gobierno, o los ERE andaluces que tienen en el banquillo a dos expresidentes, o nada digamos de lo ocurrido con la familia Pujol en Cataluña. A calderadas cuecen habas por todas partes y esto se paga, se está pagando. Se ha visto en la consulta catalana y se verá en las nacionales y autonómicas próximas.
Bien creo que eso es fruto que tiene su cosecha en todas las etapas de la historia. Basta fijarse en la historia y para nada debiera extrañarnos la desaparición de partidos otrora señeros. Viene a mi memoria aquella “travesía del desierto” de la UCD en sus últimos estertores y ver sentado a Suárez en las últimas filas. Es así la vida y mucho me temo que para más de uno se avecinan similares consecuencias. Es un cambio de ciclo natural y lógico.
Pero ante este panorama que se avecina, lejos de rasgarse las vestiduras es necesario que se ejerza la justicia ante elementos que propiciaron con sus desatinos la situación caótica por la que atraviesan los partidos actuales, otrora destinatarios de tantos votos. La necesaria limpieza es el primer paso sin miramientos. Acabó para más de uno su etapa de gloria. Ocurre que los sucesores que se avecinan debieran tomar buena nota y dejarse de ocurrencias y oportunismos para practicar honradamente programas e ideas que sepan transmitir claramente, porque de palabras estamos hartos. Sobran palabras y hacen falta hechos; están de más tantas algaradas y necesitamos que lleguen a los problemas concretos; es detestable tanta corrupción y es la hora de la coherencia y honradez y, sobre todo, está claro que de nada sirven ocurrencias y vivencias del momento para ser sustituidas por ideas y contenidos claros.
Es un cambio de ciclo que a nadie debe asustar porque es el devenir de la historia lo que propició antaño y facilitará hoy programas nuevos, caras y aire nuevo y sobre todo propuestas creíbles y aceptables, porque de palabrería estamos hartos. Se puede hablar muy bien y transmitir mejor, pero si detrás no existen gestores eficaces y lideres honrados, de nada valdrán los cambios. Y esto, en la hora presente, es la asignatura por aprobar para la ciudadanía española y me atrevería a decir que mundial. Porque tenemos que convencernos de que los ingredientes que propician los actuales cambios son moneda común en todas partes, lo cual es muy grave. Por ello estamos –hace tiempo- a la espera de que de la universidad salgan personas y lideres bien formados capaces de recoger una antorcha marchita y que a nadie convence.
 

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