Opinión

Mi pequeño espía

Hace unos veinte años escribí una antología con todo tipo de anécdotas e historietas variopintas que fue publicada por Minverva Press del Reino Unido en 1996. Uno de los cuentos era de mi infancia en Argentina durante la época del mandato de Juan Domingo y Evita Perón. Mis padres eran emigrantes británicos y fui educado en un colegio inglés de los muchos que existían en los alrededores de Buenos Aires. Cuando llegó Perón al poder en 1946 comenzó la nacionalización de las empresas británicas, ejemplo los ferrocarriles, las ‘estancias’ de ganados (mi tío era uno de sus gerentes) las plantas frigoríficas entre otros sectores del país. Aunque el régimen no alteró el sistema educativo inglés el gobierno introdujo unos cambios que incluían entre otros, el bachillerato argentino y la apertura a un porcentaje de estudiantes argentinos. 
Al igual que la mayoría de chavales, pronto nos integramos e hicimos nuevos amigos. De vez en cuando nos visitaban unos inspectores para comprobar que el colegio cumplía con la ley. Recuerdo en una ocasión, tendría unos 10 años, dos hombres y una mujer, con gabardinas tipo Gestapo nos hicieron unas preguntas en el cual una siempre era: ‘¿A quién pertenecen las Islas Malvinas?’ Naturalmente estábamos programados a decir que eran argentinas. Lo curioso de este tema, para unos jovenzuelos – por cierto era un colegio solo para niños – es que todos las conocíamos muy bien sin embargo nos preguntábamos si los niños en Inglaterra estaban igual de enterados. 
En 1950, por razones que nunca supe, mi padre y mi madre se marcharon a Uruguay después de residir 30 años en Argentina aunque me dejaron interno en Buenos Aires hasta el año 1954. Los últimos años de mi educación los hice en el colegio británico de Montevideo. Ya como adulto, el gobierno argentino me llamó para hacer el servicio militar. Estaba en Vigo con el Cable Ingles. Volví después de 6 años de ausencia y por primera vez pude integrarme como un verdadero porteño y conocer lo que era y aun es un gran país sudamericano. Pero el Peronismo me quedo grabado para siempre. 
Cuando estalló la Guerra de las Malvinas en 1982, residía en terreno neutral; Washington D.C. Seguí la escalada escuchando a la radio ‘La voz de América’ y los reportajes en la televisión de USA, uno apoyando a Argentina y la otra con noticias casi humorísticas mientras la flota británica navegaba hacia el sur. Ya cuando comenzaron los ataques, el panorama cambió. Personalmente me encontraba entre la espada y la pared. Pensé que todo era una pesadilla y que si los argentinos, durante su primera invasión, hubieron regresado y luego llevado su reclamación a las Naciones Unidas habría dejado en ridículo al Reino Unido y probablemente llegarían a una especie de acuerdo bi-lateral de gobernación compartida. Por cierto, no sabía nada del conflicto interno que se estaba desarrollando al mismo tiempo que era la ‘Guerra Sucia’ en el que miles de jóvenes inocentes estaban siendo asesinados por el entonces gobierno del tri-partito militar del Presidente General Galtieri. El resto es historia. 
Volviendo a mi pequeño ensayo, es un cuento simple y de fantasía en donde Perón le pide a un niño ingles que actúe como ‘espía’ en su colegio británico. Como buen jovenzuelo, se inventa una serie de tramas que llegan al alto mando militar hasta que Evita se da cuenta y manda al cuerno el proyecto como la travesura de un niño.¿Por qué esta pequeña anécdota? ¡Argentina ha cambiado de gobierno y espero, después de 70 años, que sea el fin del Peronismo!

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