Opinión

Oficios que no mueren

Desea un viaje en crucero o reservar una semana en Canarias? ¿Qué le parece unos días en una casita rural o en un spa? ¡Y no hablemos de los billetes de avión adonde sea! Sigamos con las tiendas virtuales con el ejemplo de Amazon. El listado de productos es increíble, desde antigüedades a libros, cocinas a juguetes sexuales, medicinas a instrumentos musicales, con rellenar una hoja de pedido, pasar por una caja de seguridad virtual con la tarjeta de crédito y en menos de que cante un gallo llega un mensajero con el producto. Si no queremos comprar podemos navegar por el sector ‘gratis’. Wikipedia, aunque a veces difiere de la verdad es una enciclopedia mundial que deja a la ‘Británica’ en pañales. 
Si uno quiere ver una película antigua, un concierto de músicos ya difuntos o leer cualquier noticia mundial en el idioma que quiere solo con teclear en Google o YouTube salta lo solicitado a la pantalla del ordenador inmediatamente y ‘¡A jugar!’. Está todo al alcance desde nuestras casas gracias al monstruo de la informática que es Internet. Estamos todos enganchados a este fenómeno y el que subscribe se confiesa adicto. El lado oscuro es que muchos oficios intermediarios hace tiempo que han comenzado a sufrir el impacto de esta marabunta. Ejemplos son las agencias de viajes, librerías y hasta incluso la prensa aunque esta última ya se está sublevando con sus páginas ‘On Line’ propaganda incluida.  Sin embargo hay otros productos, generalmente profesiones que no sufren e incluso han resurgido del olvido. 
El otro día, sentado en una terraza del barrio saboreando mi caña de mediodía escuche un sonido que hacía años que no oía. Al principio creí que era una llamarada de nuestro líder con su flauta de Hamelin a alguna manifestación en la Muy Leal. Mi memoria se puso las pilas. Tampoco eran de gaiteros gallegos o de otros celtas, los de mi pueblo incluido. Aunque aún estaba fuera de vista y lejos del bar, el ‘soneto’ era claro, monótono e intermitente. Cerré los ojos por unos segundos. ¿El anuncio de un circo? ¿Piratas en Halloween? ¡Imposible! ¡Ya se! Se acercan unos lepricornios irlandeses (¡Pero San Patricio ya paso!) o nuestros ciudadanos del Altiplano Peruano celebrando alguna fiesta nacional. Termine mi cerveza, pedí otro y al volver el camarero con un jarra llena de uno los mejores placeres para satisfacer la sed se destapo el misterio del sonido tan bello como antiguo. Apareció ante mis ojos un afilador de cuchillos. Montado en su ‘taller ambulante’ de una moto antigua que ya pasó por varias pruebas del ITV, y a un Euro por cuchillo la tapa de jamón Serrano estaba servida. 
Entré en al bar a pagar e ir al servicio. A la vuelta veo la silueta de un hombre a la entrada. Avanza lentamente. Es alto y tiene algo en la mano derecha. ¿Sera John Wayne con su calibre 12 en busca de un forajido? Se detiene. Lo llama un señor en una mesa. Me acerco a marcharme. En vez de una escopeta tiene en la mano una caja bastante rara con un pequeño banquito enroscado en la tapa. ¡Pero si es un lustrabotas! Otro personaje retornado de antaño que no necesita del ciberespacio. A 3 Euros la lustrada no está mal. Me voy de paseo hacia el centro a la caminata de siempre. Tiene aspecto de tormenta así que me refugio en unos portales. A mi lado está montando el chiringuito con paraguas incluidos el emigrante de turno. ¡Quien necesita Internet para ganarse la vida!

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