Opinión

El mundo de las farmacias

El Ministerio de Sanidad, en 1995 obligó a los medios de comunicación de que todos los anuncios de medicamentos sin receta que se publicaban deberían llevar seguidamente un anuncio que era la siguiente frase que todos conocemos y que es: ‘Lea las instrucciones de este medicamento y consulte al farmacéutico’. Fue una decisión muy acertada para la protección de la salud de la ciudadanía. Han pasado 20 años y las cosas han cambiado. Desde esa fecha se han unido todo tipo de productos que no son necesariamente medicación como por ejemplo los de anti-colesterol, pastillas y jarabes de todo clase de medicamentos sin receta como los de retardar la vejez, el insomnio, el cansancio, el estrés y un sin fin de dolencias que sufrimos los humanos todos los días. 
De todas formas, en mi humilde opinión España goza de uno de los mejores sistemas de farmacia del mundo que trata de satisfacer las necesidades de los ciudadanos aunque vivan en los pueblos más remotos del país. Pues bien, parece ser que hay un movimiento para liberalizar la venta de ciertos medicamentos que no necesitan de recetas de un profesional a los comercios como puede ser una droguería o un supermercado. ¡Mal asunto! Con la lista variopinta de medicaciones que deben almacenar cada farmacia además del desembolso sería una catástrofe sin límites y no hablemos del problema de Cataluña que parece ser que la Generalitat les debe unos cuantos millones de Euro al estar la sanidad en manos de las autonomías. Luego está el problema de las recetas. Les daré un ejemplo. Uno va al médico de cabecera con un dolor agudo de la espalda. 
El médico, que por cierto en general son unos verdaderos sabios, aunque no expertos de todas las dolencias de los seres humanos le da una receta de calmantes que suelen ser anti-inflamatorios y le pide cita con un especialista, generalmente un traumatólogo. ¡Ay amigo! La lista de espera puede ser de meses. Mientras tanto el paciente, al no ser que vaya a urgencias sigue con la medicación, o sea con vistas constantes a la farmacia más cercana. Paso siguiente. Ve al especialista, éste le examina y le manda a hacer unas pruebas, un TAC, rayos X o una resonancia y le cambia la receta. Hay que añadir otra demora que es la de esperar hasta que le den hora para las pruebas. Y así es como funciona generalmente la sanidad pública. De todas maneras la ciudadanía está en manos de los mejores especialistas de Europa. Lo que falla son las listas de espera y el aumento innecesario de medicamentos hasta que se pueda determinar el verdadero problema del paciente. No estamos hablando de los casos muy serios como pueden ser por ejemplo el de cáncer o cardiovascular para dar ejemplos que siempre tienen prioridad. 
Pero volvamos a las farmacias y a la famosa frase abusada de consulta. Varios fármacos anunciados en la televisión parecen ser más productos de consumo que medicación. Podrían será hasta yogures o consumos. Estos prometen desde la reducción del colesterol hasta las variedades de vitaminas que contienen la mayoría de las letras en el alfabeto. Ya veo a los farmacéuticos tratando de aconsejar a una multitud de usuarios sobre los beneficios de estos productos de supermercado sin contar en lo más importante para un negocio que es la factura. ¡No cobrarían un duro por dichos consejos! 
Por último están los recortes en sanidad, la introducción del copago por culpa de la crisis y la introducción de los genéricos. Se personalmente que muchos farmacéuticos lo están pasando mal y esto no es bueno para el país.

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