Opinión

Dos mujeres ilustres

Este mes de marzo, el día 8 para ser preciso se celebró el Día Mundial de la Mujer aunque al fecha original era el 19 y del año 1911. Fue la primera vez que en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza celebraban la lucha de la mujer para participar con el hombre en la sociedad e integrarse como persona y ser humano con igualdad y libertad de desarrollo. No fue hasta el año 1972 que se reconoció internacionalmente ante una Asamblea General de la ONU y declarada mundial en 1975. Otro movimiento paralelo, conocido como ‘Sufragetes’ se había organizado en Europa y USA a finales del siglo XIX más que nada para demandar el derecho de voto. Esto fue otorgado a principios del XX. Al día de hoy las sociedades occidentales que viven en países democráticos pueden presumir de los adelantos de igualdad que han progresado de una manera estrepitosa. 
Hay mucho terreno aun por recorrer como puede ser la igualdad de salarios, el aumento de la participación en puestos de alta responsabilidad y no olvidarnos de la lacra de la violencia de género pero creo que, en general y siendo hombre, que hoy día, las mujeres, y en especial los movimientos feministas radicales deben volver a repasar la historia para darse cuenta de que la gran guerra entre los sexos en nuestras democracias se ha acabado. Pero el tema de esta nota es más bien un recordatorio de dos mujeres ilustres y famosas que nos han dejado para siempre durante estas fechas tan significativas para las mujeres. En el año 1960 una desconocida escritora publicó una novela, su única que llego a revolucionar el mundo entero. Al año siguiente ganó el galardón más alto de la literatura americana, el Premio Pulitzer. Me refiero a Nelle Harper Lee y su novela ‘Matar un ruiseñor’. Hollywood no tardó en convertirlo en película nominado a 8 Oscar con el premio máximo de 3. Fue el año 1962. La historia transcurre en un pueblo del sur de USA, durante la época de la depresión. Un abogado de oficio es solicitado para defender a un negro erróneamente acusado de violación de una mujer blanca. 
Lo humano de la historia es que está presentada como una cuasi-biografía de la autora y demuestra la tensa situación racial de la época. En 1962, al cumplir 50 años la película, el Presidente Obama organizó una proyección pública en la Casa Blanca a un grupo de estudiantes y la presentó como parte del patrimonio artístico del país para ser recordada por todas las generaciones presentes y futuras como un ejemplo de la lucha entre la justicia y los prejuicios raciales. Harper Lee falleció el 19 de febrero a los 89 años. La otra gran mujer que nos ha dejado es una tal Anne Francis Robbins nacida en 1921, hija de un vendedor de coches y una actriz en la ciudad de Nueva York, decidió seguir la carrera de su madre, que ya se había divorciado y se convirtió en actriz con el nombre de Nancy Davis. Del teatro se mudó a Hollywood, firmó un contrato con la Metro Goldwyn Mayer y a hacer películas. Un buen día, en 1949 le tocó la lotería. Conoció y se enamoró de otro actor llamado Ronald Reagan. Aunque él ya estaba casado, no tardó en llegar el divorcio y se casaron el 4 de marzo de 1952. Reagan hizo más películas pero en los años 60, con Nancy a su lado entró en la política y llegó a ganar las elecciones de la Gobernación de California. El resto es historia. Nancy, compañera ejemplar murió el 6 de marzo con 94 años.

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