Opinión

Insultos durante la investidura

En los innumerables discursos de los políticos de los varios partidos que presentaron sus programas y razones para la investidura de un nuevo gobierno el martes pasado, además de los argumentos a favor o en contra lo que más me sorprendió fue el tono, en algunos casos excesivamente agresivo e insultante entre varios de los protagonistas. En estos momentos, los debates de las candidaturas en los Estados Unidos siguen un curso similar con subidas y bajadas de tono continuamente. Sin embargo, cuando pasamos al tema de los ‘insultos’ los que llegaron a un nivel de ‘alarma roja’ fueron pocos y se escucharon principalmente en el discurso de un versado académico aspirante al gobierno llamado Pablo Iglesias. Hace años en mis artículos en este periódico he tratado de eludir nombrar expresamente a miembros de la política nacional. Pero en este caso, al ser las elecciones a la Presidencia de la Nación de suma importancia para los ciudadanos, tanto españoles como extranjeros que residen aquí, no tuve otra alternativa que ‘romper’ con mi tradición. 
En una ocasión, el Sr. Iglesias insulto al Partido Socialista, PSOE con un ataque, como comenta un periodista, ‘al corazón del partido del puño y la rosa, con alusiones a los tiempos de Felipe González y la cal viva de los GAL’. Un verdadero bombazo de reciente historia contemporánea de la democracia actual. Siguió con otras de menor calado con las proposiciones de suprimir las letras ‘S’ y la ‘O’ de las siglas del partido. Pero lo que más me llamo la atención, y que fue totalmente desapercibida por la mayoría de los parlamentarios era en alusión a una ‘Naranja Mecánica’ a Ciudadans, el partido liderado por el candidato Albert Ribera. Me di cuenta, al no observar reacción alguna de los participantes, o que se habrán olvidado o que no tenían idea del contenido de este insulto ingenuo. ‘La Naranja Mecánica’, ‘A Clockwork Orange’ en inglés, es una obra literaria ficticia del autor británico Anthony Burgess (1962) que luego se llevó a la pantalla, dirigido por el famoso polémico Stanley Kubrick en 1971. La película fue censurada en varios países incluidos el Reino Unido por su contenido tanto sexual como violento. La historia trata de una pandilla de gamberros en un Londres futurístico, degradado y sucio que se pasan el tiempo atacando a vagabundos y personas desprotegidas hasta llegar a violar y asesinar a la mujer de un famoso escritor en su casa de campo. El personaje principal y jefe de la banda, llamado Alex, protagonizado por el célebre actor inglés Malcolm McDowell, que por cierto narra la historia en primera persona es finalmente arrestado y llevado a los tribunales.
 Aquí comienza la segunda parte y aún más polémica de la historia. En vez de ser condenado a prisión, los jueces entregan al personaje a un grupo de científicos y médicos que desean ‘experimentar’ con un nuevo sistema de tratamiento pseudo psicológico para curar al paciente de su carácter de maldad. Sin entrar en detalles, el guion nos presenta un lado oscuro de la ciencia sanitaria casi paralelo a los experimentos de los nazis durante la II Guerra Mundial. El libro sigue siendo un éxito, traducido a varios idiomas incluido el castellano. Estoy seguro que el más que ilustre Sr. Pablo Iglesias conoce de sobra la obra, pero dudo que muchos de los parlamentarios presentes durante la investidura, aunque habrán reconocido el título, sabrían de qué se trata. Lo curioso es que, personalmente, vi la película en 1974 en un cine en Managua, Nicaragua durante un viaje de negocios. Conservo una copia de libro.

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