Opinión

Geriátricos y la DGT

Hace unos días, un señor de 92 años fue interceptado por la benemérita por circular en sentido contrario por la A-55 a la altura de Puxeiros. No es la primera vez que una persona de mayor edad se ha despistado en la carretera. Además, son personas que conducen un coche de similar vejez y con las matriculas antiguas que identificaban la provincia del país. Por otro lado, aún hay personas mayores que conservan suficientes  facultades físicas que permiten aprobar el examen del psicotécnico cuando acuden a renovar el carnet. Curiosamente es el caso del que suscribe al haber cumplido hace tiempo el principio de los años dorados de la vejez. Por esta razón, simpatizo con lo que se está discutiendo en estos momentos por parte de las autoridades en ir más allá de la aprobación ‘simple’ y solicitar un informe sanitario del médico de cabecera que certifique que la persona no tenga otro impedimento que le prohíbe renovar el permiso de conducir. 
Vivimos en tiempos más modernos, con coches más sofisticados, sistemas de infraestructura más complicadas y con el agravio de un aumento considerable de vehículos circulando por el país. Tengo décadas de experiencia de conducir todo tipo de vehículos en distintas partes del mundo, desde el altiplano en Bolivia hasta las orillas del Caspio en Irán, desde las ciudades más pobladas, hasta recorrer de punta a rabo, y varias veces, el Reino Unido, Francia y España para dar ejemplos. Mi primer carnet de conducir fue chileno, seguido por argentino, inglés, americano y ahora español. 
Sin embargo, y a pesar de toda esta experiencia confieso que estoy de acuerdo con la DGT y que mis facultades para afrontar el reto de coger el volante son cada vez más reducidas. Hace tiempo que trato de no conducir por la noche ya que mis reflejos no son suficientes. ¿Pero cuál es la alternativa? Naturalmente darnos más facilidades en el transporte público para removernos del peligro en la carretera de causar un accidente innecesario. La red de ferrocarriles, a partir de los 60 años otorga una tarjeta dorada, renovable anualmente que nos permite viajar, incluido en el AVE a precios reducidos entre el 25% y el 40%. ¿Pero que del transporte urbano, que es el más necesitado? ¡Ah amigo, aquí está el verdadero problema! En España, el transporte urbano está en manos de los ayuntamientos y depende directamente del gobierno de turno. Para dar un ejemplo de las discrepancias en las tarifas locales investigue los mismos en las capitales de provincia de Galicia y me lleve una sorpresa increíble. Comencemos con el de Lugo que es la más barata con un tarifa ordinaria de 0,31 Euro y 0,31 Euro la de pensionista. Seguimos con Ourense, tarifa ordinaria 0,85 Euro, mayores 65 años y pensionistas GRATIS y Coruña, ordinario 1,00 Euro, jubilado/pensionistas 0,33 Euro. 
Ahora pasemos a la muy leal que no solo es la más cara, tarifa ordinaria 1.30 Euro pero discrimina a todos los jubilados que perciben una pensión por encima de la cantidad bruta anual no contributiva de 5,150 Euro o salario mínimo inter profesional de 9,172,80 Euro. Todo el resto, incluidos los de 80 y 90 años tienen que pagar, en Vigo la tarifa máxima o al mal menor solicitar un Bonobus. ¡Ah! Pero para que se lo otorguen tiene el geriátrico que estar empadronado en Vigo y presentar una serie de papeles. En resumen, si la DGT quiere que dejemos de ser un peligro al volante que comiencen con los ayuntamientos del país. ¡Transporte urbano gratis Xa!

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