Opinión

Érase una vez

Hace muchos años, antes de que se prolongara la calle de Rosalía de Castro existía un regato que bajaba desde la avenida de García Barbón hasta el Areal atravesando un terreno baldío aun sin humanizar. La naturaleza se encargó de sembrar la zona con la flora silvestre de la región. Un buen día apareció un inspector acuático llamado Don Pato y luego de inspeccionar la buena distribución de agua y hierba decidió que era una buena zona para comenzar una colonia. Poco a poco los ‘conquistadores’ se asentaron y formaron una nueva urbe con el obvio resultado de aumento de familias con papas y mamas y sus respectivos pequeñuelos/as. Pasaron los años, el departamento de urbanización de la Muy Leal comenzó la expansión de la zona, se extendió la calle y se otorgaron las licencias de obras para nuevos edificios. Por otros motivos se paralizaron. 
Años más tarde por fin llegaron los ejércitos de excavadoras, grúas y hormigoneras a poner ‘manos a la obra’. Pero el regato seguía y aunque la colonia de patos sufrió con algunas expropiaciones, continuaron algunas familias a seguir con su vida como siempre. Por razones de burocracia, sin entrar en detalles y aunque los cimientos de los nuevos edificios estaban semi-acabados todo se volvió a paralizar. Pasaron más años y no pasaba nada. Los patos seguían igual. Pero ahora todo ha cambiado, por fin se marcharon los arqueólogos que eran el último eslabón y llegó el 7º de Caballería con el ejercito de maquinaria a acabar de una vez con el regato y levantar las nuevas torres de cemento de viviendas para humanos. Los descendientes, ya empadronados de las aves acuáticas que aun pululaban en lo que quedaba del regato tuvieron su asamblea general de urgencia y sin pensarlo dos veces encontraron una solución que estaba justo delante de sus propias narices. ¡La nueva fuente luminosa de la rotonda de Rosalía y Serafín Avendaño! ‘¿Pero no os dais cuenta?, concluyo el presidente, ‘¡Es una urbanización hecho a medida para nosotros/as! Tiene toda la modernidad de los nuevos tiempos.’ Agua limpia, luz eléctrica, duchas, jacuzzi, wifi, además de acceso a las cafeterías y las jardineras y sin olvidarnos de la gran pantalla de televisión’.
 Siempre existe un miembro de una asamblea que echa un vaso de agua fría. ‘¿Dónde tenemos las guarderías para nuestros polluelos?’ Después del voto, lo dejaron para otra reunión. Mientras tanto, los mayores hicieron las maletas, se entregaron las llaves y en un flysch flash comenzaron a habitar el nuevo hogar en la calesita acuática y electrónica. Desgraciadamente ocurrió lo inevitable. Aunque siempre usaban el pequeño helipuerto para volar directamente si era que necesitaban ausentarse de sus hogares durante un día, una de las mamas decidió cruzar sin pensar en el tráfico de coches que usaban el exterior del recinto. La atropellaron y falleció en el acto. El conductor ni se enteró. 
En estos momentos están de luto, pero algunos de los jubilados continúan con su nueva vida como si no hubiera pasado nada. Se supone que están a la espera de una nueva convocatoria para decidir su futuro. Uno de los puntos que se podría debatir es la posible oferta de las autoridades municipales ofreciéndoles, quizás forzosamente otro local más en el campo y lejos del mundanal ruido de esta ‘Cidade Fermosa’. Veremos si por fin se podrá decir, ‘Colorín colorado, este cuento se ha acabado’. PD. He vivido en esta zona durante los últimos 20 años. Esta fábula ésta, como suele decirse, basada en ‘hechos reales’.

Te puede interesar