Opinión

Crónicas desde Canarias (II)

Adiós a la primera semana de nuestras vacaciones en Canarias, a punto de acabar la segunda que comenzó con lluvias y después de ver los pronósticos de tiempo en Galicia y el resto de la península me pregunté: ¿Para que buscar el sol, playa y calor cuando uno lo tiene en casa? Tan dramático fue la cosa que se canceló un vuelo, el lobby del hotel se llenó de clientes y pasajeros que, al acabar de cenar, cuando fui a tomar un café y mi copa de whisky era, como dicen en inglés, ‘standing room only’.Hablando de ingleses, como mencioné antes, este año batieron el record de turistas con 1.2 millones, más del doble que los siguientes que eran los alemanes. Entrevistaron a unos cuantos en la prensa por lo del bajón de la libra y contestaron que volverían a Tenerife ya que seguía siendo el destino preferido. Por cierto, esta segunda semana bajaron de número en el hotel y llegaron más españoles y un montón de italianos. Daría un buen ejemplo a las Naciones Unidas ver como se deslizan por el comedor- bufete - todo tipo de ser humano ‘falando’ algunos idiomas totalmente irreconocibles pero siempre con la sonrisa mientras luchan por lo que queda en la fuente de patatas fritas.
Volviendo al tiempo, cuando llegó la primera tormenta al principio de semana, que causó muchos daños en Santa Cruz nos cogió - la gallega y a mi - lejos de nuestra zona de Adeje y en pleno centro de Guirilandia. Sin tener idea de los servicios de autobús decidimos coger un taxi. ¡Ay amigo! Generalmente no hay problema ya que el servicio de taxis no solo es abundante pero están en constante uso, sin embargo cuando llueve parece que desaparecen del mapa. Después de unos 15 minutos en la parada de la avenida principal -que no recuerdo como se llama- y ver cómo pasan de largo un bueno número de ellos, con la luz verde encendida- desde la acera de enfrente nos llama un comerciante indio. Me olvide de añadir que muchas de las tiendas de souvernir y otras chucherías los regentan muchas personas de Mumbay. Señalando un Mercedes negro de último modelo nos dice ‘Ahí tiene un taxi’. Seguía lloviendo a cantaros. Como buen gallego le pregunto: ‘¿Cuánto?’ ’15 Euros’ me contesta. Sabíamos que el recorrido era unos 12 aceptamos de inmediato. Una vez rumbo al hotel mi mujer le pregunta al conductor: ‘¿De dónde es?’ ‘Soy de español de Madrid.’ ‘No tiene acento’, le contesta. ‘Es que hace 15 años que estoy en Canarias’. Gracias a los atascos se aleja de la autopista y nos lleva por la costa. Muy bonito por cierto. A mitad de camino llama por el móvil. 
Como hemos vivido en el Oriente Medio y conocíamos algo de los idiomas árabes el buen canario de Madrid era de Afganistán. ¡Qué más da, nos llevó de vuelta! Hablando de gallegos, el jueves por la mañana, ya amaneció el buen tiempo. Nos citamos nuevamente con mis primos en la playa. Subo a tomar un café a una terraza a leer la prensa local. Cuando voy a pagar me pregunta el camarero, ‘¿Es usted gallego?’‘Si’ le respondo, soy de Vigo. Resulta que era de Boiro y aunque echaba de menos su tierra, confesó que no cambiaba por nada vivir en Canarias con el sol y buena temperatura todo el año. Por mi cuenta puede que el clima favorece pero una buena ración de almejas a la marinera y un ‘pulpo a la gallega’ no lo cambio por nada incluido lo vivir en la ‘cidade fermosa’ lleno de grúas y hormigoneras.

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