Opinión

Brexit. El Titanic del Reino Unido

Que mejor manera de describir la tragedia del Brexit comparándolo con el hundimiento del Titanic. Cuando se botó el famoso transatlántico en el año 1912 el gobierno, los medios de comunicación y el mundo entero lo bautizó como lo más lujoso, lo más moderno y lo mejor del mundo de la navegación. La campaña del Brexit con el Capitán Nigel Farage del partido de extrema derecha UKiP y su segundo de abordo, Boris Johnson, conocedor de los ‘Mares de la Unión Europea’ partió con el mismo bombo y platillo como lo  mejor del mundo. Y así salió al mar rumbo a los Estados Unidos pensando en ser recibido por el Tío Sam con los brazos abiertos. Al cabo de un par de días los telegrafistas del Titanic recibieron noticia de inminentes peligros de icebergs. El capitán estaba cenando e ignoró a los mismos mientras el transatlántico seguía a toda marcha. A los de la campaña del Brexit unas advertencias similares llegaron, no solo de varios dirigentes de la UE pero de otras instituciones internacionales. Ambos ignoraron el peligro. De repente el 14 de abril, a las 23:40 los guías sonaron la voz de alarma, ‘Iceberg a la vista’. Resultado: la colisión con el monstruo de hielo. ¿Pero que ocurrió a continuación? Los del puente trataron de esquivarlo y los primeros en recibir el golpe eran los de la sala de máquinas. En el Brexit los de las maquinas eran los británicos residentes en la Unión que no solo les tocó la lotería con la bajada de la libra pero vieron inmediatamente su futuro amenazado como residentes permanentes con los privilegios de la UE a la deriva. En la nave, el capitán Edward Smith solicitó al ingeniero Thomas Andrews, que inspeccionara el daño. Aquí está la primera discrepancia. Como buen marino asumió responsabilidad, mientras que en el Brexit el Capitán Farage se largó del puente y se fugó a sus pubs a tomar cerveza. El ingeniero Sr. David Cameron presentó su dimisión y desapareció del mapa. El Sr. Johnson se encargó de organizar ‘los botes salvavidas’ del país. Volviendo a la nave, otros sectores seguían como si  no hubiera pasado nada. Los de primera durmiendo o jugando al bridge, los de segunda observando al iceberg, los de tercera sin saber qué hacer, los camareros recogiendo la resaca de los comedores y la orquesta tocando el cuarteto de Boccherini. El ingeniero le comunica al capitán de que poco a poco el barco se va a hundir, aproximadamente dos horas y media. Otra vez Brexit. La nueva jefa del gobierno británico, Sra. May pone manos a la obra a salvar la nación anunciando que no pasa nada y el Reino Unido estará más fuerte que nunca. Mientras, el Titanic comienza a tomar agua por la proa inundando poco a poco los compartimientos. Vuelta al ruedo. Desde Bruselas comienzan las advertencias de que el Reino Unido lo va a tener difícil especialmente con el libre movimiento de ciudadanos. En la nave solo hay suficiente capacidad en los barcos de salvamento para un tercio de las personas, mientras que la gran mayoría no tiene como salvarse. Finalmente, que nadie confunda comparar lo de cerrar las puertas a los inmigrantes con la verdadera tragedia de víctimas del hundimiento. Es solo una manera metafórica de mostrar como en un futuro incierto los ciudadanos del Reino Unido, como los del Titanic, comenzaran a notar como el agua comienza a subirles al cuello poco a poco al irse a pique su economía mientras el gobierno británico observa la enorme Caja de Pandora que han abierto.

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