Opinión

Adiós "Villanueva"

Mucho antes de cumplir los 10 años mi madre me regaló para mi cumpleaños una armónica alemana de la famosa fábrica de instrumentos musicales Hohner, supongo que gracias a que mi padre le gustaba la música y entre su colección de discos de 78 revoluciones había unos cuantos del famoso músico de armónica, Larry Adler. Poco a poco aprendí a tocarlo con un par de canciones simples hasta que un día me llevaron al cine a ver la película ‘Al compás del corazón’ de 1944 que despertó por completo mi amor por la música clásica. Se trataba de dos hermanas durante la II Guerra Mundial. En una escena llena de emoción, Larry Adler ejecuta una versión inmaculada del ‘Clair de Lun’ de Debussy mientras una hermana llora por su marido que combate en el frente. 
A los pocos años mis padres me compraron otra armónica, esta vez una cromática de 12 agujeros permitiéndome variar entre bemoles y sostenidos. Debo aclarar que no tengo la menor idea de música y lo que llegue a tocar fue puramente de oído. Más tarde, al comenzar mis estudios en la escuela de ingeniería del Cable Ingles forme parte de una banda entre los estudiantes que nos llamamos los ‘PK Skifflers’ que tocábamos un tipo de mezcla de jazz y pop que se popularizo en los años 50 por usar instrumentos musicales prefabricados con latas o cajones de cerveza. Espero que mi colega Manu del grupo local ‘La Comisaría’ no se entere a ver si me pide tocar algo de los Beattles. 
Al pasar los años deje de tocar y los instrumentos acabaron en el trastero pero luego de 30 años las volví a desempolvarlos porque un día se me ocurrió probarlas a ver si me acordaba como mover los labios, soplar y producir alguna que otra canción. Una ya no servía, dos o tres de las varitas estaban pegadas, la más grande aun tocaba pero la palanca que cambia de bemol estaba atascada. ¡No servían! Esto fue hace un par de años. Fue cuando visité la tienda de música ‘Villanueva’ en Vigo en la calle Velázquez Moreno que era la única en la ciudad que podría tener lo que buscaba. ¡Sorpresa! Tenían a todas las cromáticas, idénticas y fabricadas por la firma alemana Hohner. Es como si se hubiera detenido el tiempo. Los modelos no habían cambiado en 50 años. 
Ya en la modernidad con todo tipo de artefacto reproductor de música, ahí me tiene dilecta leyente volviendo a casa y jugando al karaoke, cuando nadie me veía, tocando uno de mis favoritos que es el Bolero de Ravel. Cual fue mi sorpresa el jueves pasado cuando me entero de que esta emblemática tienda que tiene más de 100 años de antigüedad echará el cierre en enero el año que viene. Me fui inmediatamente a verlos para que me informara de primera mano del cese de la única tienda de música en la ciudad. 
Me enteré de su historia. Es y se recordará como una tienda de familia, solera, con una clientela fiel y sofisticada -entre ellos David Russell nuestro ilustre guitarrista clásico de Escocia- especializada en todo tipo de instrumento musical de categoría y artesano. ‘¿Por qué pregunte?’ Son signos de los tiempos en que vivimos. La renovación de contrato de vivienda, el bajón de ventas gracias a Internet, las calles en obras y la crisis del comercio en general obliga al cierre. Lloró mientras cae el telón de la Opera pero antes me llevo otra armónica, la de 12 agujeros. Ya renové mi instrumentación musical para otros 30 años. ¡Adiós Villanueva!

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