Opinión

Democratizar la democracia

Los últimos informes y encuestas sobre el sistema político y la participación realizados en numerosos países del mundo reflejan una profunda decepción del la ciudadanía con el denominado gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Obviamente, no porque se piense que el sistema democrático ha fracasado o que no tiene sentido,  sino porque se constata, en unos países con más intensidad que en otros, que la democracia ha sido secuestrada por una clase política, proceda de una orilla ideológica o de otra,  que, en términos generales, se ha apropiado de las instituciones en su propio beneficio. Además, por si fuera poco, no pocos políticos se han adueñado, ante la mirada de propios y extraños, de un conjunto de privilegios y prerrogativas que, además, en una época de crisis generalizada, resulta inaceptable se mire como se mire.
¿Por qué, por ejemplo, los partidos políticos, los sindicatos o las patronales, siguen disponiendo de pingües subvenciones mientras se suben los impuestos a los ciudadanos? ¿Por qué, por ejemplo, los representantes del pueblo no están obligados periódicamente a mantener encuentros, reuniones  y conversaciones con los electores de la circunscripción correspondiente? ¿Por qué los gobernantes  deciden tantas veces sobre cuestiones básicas para la vida de las personas sin consultar con los ciudadanos? 
En este marco, el espacio público se ha convertido en un reducto para el ejercicio de vasallajes,  dominaciones y toda suerte de controles y manipulaciones, que poco, nada, tienen que ver con la centralidad del ser humano, con la promoción, protección y defensa de los derechos fundamentales de las personas, con la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. 
Democratizar la democracia es, sencillamente, devolver a la sociedad y a los ciudadanos el papel que tienen. Democratizar la democracia es, sencillamente, renunciar a la concentración de los poderes y permitir que el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo sean autónomos y responsables en el cumplimiento de sus tareas. Democratizar la democracia es, sencillamente, facilitar que las personas sean de verdad las dueñas de las instituciones y quienes verdaderamente encomienden a los representantes las funciones a realizar en la sede de la soberanía. Simplemente, y no es poco, la gran asignatura pendiente que tenemos es hacer que la democracia sea lo que debe ser: el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. No el gobierno de una minoría  por sí misma y para sí misma. Los casos del Brexit, del referéndum colombiano y las recientes elecciones en USA deberían hacernos pensar, y mucho.

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