Opinión

Toda la justicia en el quirófano

En la Xunta han tenido una buena idea: llevar la nonnata Ciudad de la Justicia al Hospital Xeral. Un moribundo, quizá con millones de urgencias atendidas, aunque casi nunca se prestó el servicio urgentemente, que a ver dónde está el vigués que no se ha pasado una noche toledana, de hasta cinco horas como se por experiencia propia para un diagnóstico a un  familiar. Una Ciudad nueva que busca acomodo desde hace mucho tiempo pero no terminaban de resolverlo. Ahí está por ejemplo el bueno de Alfonso Álvarez Gándara, que en sus veinticinco años en el decanato del Colegio de Abogados ni siquiera vislumbró una solución al problema de acomodo de los de la toga.
Cuando llegué a Vigo, en los sesenta, al Xeral no le llamaban Xeral-Cíes, porque el vanguardista edificio cilíndrico que proyectó Pepe Bar Boo, un gran arquitecto, el mas internacional de los nuestros –no obstante lo de Toralla- no había concebido el clínico al que pondrían el nombre de las islas que hace tiempo son uno de los símbolos de Vigo junto al Cristo, el Celta y Citroën. Hace cincuenta y tantos años, el Xeral era Residencia Almirante Vierna, llamado así en honor de un marino ferrolano, por supuesto que adicto al régimen imperante hace cincuenta y tantos años, cuando se inauguró. No mucho después, el administrador de lo que todo conocíamos como El Piruli, era un castellano recio, falangista de la Vieja Guardia, que se llamaba Pedro Ojeda de la Riva.  Un hombre con un sentido social envidiable, que consiguió puestos de  trabajo para muchos necesitados y ayudó en lo que pudo a hombres y mujeres que políticamente estaban en la acera de la oposición.
En fin, que la Ciudad de la Justicia, ¿cuándo levantaremos el Mundo de la Justicia, para que la de los ojos vendados llegue a todos?, esa Ciudad parece ser cosa hecha, aunque para dentro de unos años, que el empeño  es de envergadura.  La Ciudad irá al Xeral y nosotros diremos que la Justicia va al quirófano. ¿Dónde operan, si no, a los que padecen alguna  enfermedad? La Justicia está enferma.
Para que el engranaje de la administración de justicia se mueva suave y certeramente,  faltan dos puntos de apoyo:  que los políticos no se inmiscuyan y que haya celeridad en las resoluciones. Que me traigan a los españoles que encuentren que no consideren  como problemas asentados en todo el país, la elección de los representantes de los jueces por políticos y la lentitud con que se fallan los casos de corrupción pero también todo lo  que pasa por los juzgados.
Quizá lo grave si se cambia el sistema para elegir a los miembros del Consejo General del Poder  Judicial, está en que lo natural sería que votaran los jueces.¿Hay alguien que me garantice que los jueces, agrupados en asociaciones, se reúnen en estas mas por criterios ideológicos que estrictamente profesionales?  No me fio demasiado que el cambio fuera para mejor.  Quizá se trate de un problema insoluble dar con los votantes ideales para el Poder Judicial.
Si queremos instalarnos en la ecuanimidad, menos problema que los citados es la insuficiencia de personal, que no afecta a todos los juzgados pero donde se produce genera falta de eficacia, retraso en la resolución  de los casos, que no es poco.  La falta de espacio en un juzgado, o bien demuestra lentitud en la tramitación o denota irracionalidad  en el uso del espacio de que se dispone. Otra secuela de todo esto es que en buen número de juzgados los legajos están  por los pasillos o en sótanos  en los que las piezas judiciales sufran humedad. 
Otra crítica coincidente es la falta muy frecuente y generalizada de medios, sean estos  económicos o humanos, que ya hemos señalado. Material adecuado a las necesidades escasea muchas veces en los juzgados. Hay que decir que son insuficientes las plazas de jueces y el número de juzgados. La mayor parte de las veces, cuando alguien se lleva trabajo a casa, es porque las cosas no funcionan en la oficina. Esta afirmación es válida en el ámbito judicial, que vemos a los jueces llevándose un montón de papeles a su domicilio.
Suelo caracterizarme por ser muy crítico. En este caso, el proyecto de la Xunta de llevar la Ciudad de la Justicia al Xeral, me parece oportuno. El enclave elegido es céntrico, que les pregunten por lo suyo a los que van al Álvaro Cunqueiro, no solo para los que piden justicia sino también para los que la administran. La calle Pizarro no es peor que As Travesas, mas concretamente la calle Lalín y su  entorno.
 

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