Opinión

El emérito borbonea a los antitaurinos

El lunes pasado, Atlántico titulaba a toda página: “El rey Juan Carlos a los toros en familia”. Con su hija Elena y sin la otra, Cristina, con la que es un riesgo andar.
El monarca es el mismo que en los últimos tiempos hizo paseíllos por la actualidad que le valieron los tres avisos, léxico del código taurino, circunstancia que hace que se devuelva el toro. No digo al corral, como al astado, porque algún malvado diría que he insultado a la mas alta magistratura del país.  El emérito, que en teoría no es otro que el señor  al que se premia por los servicios prestados en un puesto, no creo que  se concibiera para el este título como un galardón. Tuvo toda la pinta de ser un “Quitate, que me pongo yo, después de tus innumerables errores, papá. Estoy en mejores condiciones para salvar la Casa”. Creo que esa es la lectura correcta del gesto de Felipe VI con su padre, retirarle de sus responsabilidades y darle el castigo de emérito.
El borboneo consiste, como es sabido, en que un señor de tal casa regia, hace lo que le da no las ganas, sino la real gana. Ahora, el borboneo del emérito a los antitaurinos tiene empate de lecturas: Bien o mal, las mas numerosas, y una minoría que quizá se incline por el no sabe/no contesta. Y hace Juan Carlos la borbonada –palabra tan espuria como es su raíz, o sea Borbón-, al haber  ido a los toros con su hija Elena y con varios nietos El emérito sigue la tradición taurina familiar, que viene de lejos. La citada plaza de San Sebastián se cuestiona por los antitaurinos que, con el visto bueno de nacionalistas del PNV y socialistas no se sabe de quien, probablemente al terminar el verano vivirán un referéndum sobre el futuro de las ferias taurinas. Juan Carlos juega a una carta y una casta, que diría PIglesias, no el de Ferrol, a la vista de todos. Craso error, o sea grave, que tal es craso…y  además suena a graso, que le añade volumen al caso.
No sé quien puede ganar en el conjunto del país, entre la dialéctica de los antitaurinos y la de los taurófilos. Lo que parece evidente es que aquel furor por cubrir los cosos daba por hecho que la asistencia a los festejos merma a ojos vistas. Ni siquiera los turistas amigos de la fiesta son tantos como antes, que se recortó el número, como ha bajado espectacularmente la cantidad de españoles  asistentes a corridas o novilladas.
En nuestra historia pasada, los fans del duo diestro-toro bravo, ponían al toreo como uno de los símbolos españoles. Ejemplo el toro de Osborne, que nos acompañó durante décadas en las carreteras, para volver en bandadas a su tierra andaluza. En gran medida por la beligerancia de las administraciones, que han hecho patente que temen el despiste de los automovilistas, por ese y otros anuncios en los viales. Simbólicos  también los toros de Guisando, que los expertos datan entre los siglos I y II antes de Cristo, que ya es durar, mas que Matusalen. Entre los símbolos de España, además de los señalados, están los matrimonios torero-folklórica, o sea Curro y Conchita M.Piquer, o la otra variante, Paquirri, q.e.p.d., y la incansable Pantoja, de la casa a la cárcel, de la cárcel a casa. 
De amores tópicos, no se puede olvidar, allá por los primeros  50, el del torero número 1 en la plaza y la actriz dueña de las pantallas cinematográficas del mundo civilizado. Está claro: Luis Miguel Dominguín y Ava Gardner. Por entonces yo tenía 12 años, era bastante despierto y vivía desde hacía 11 en Madrid, y escuchaba a unos y otros hablar de un tórrido amor de la pareja, que él llegó a saltar por una ventana, perseguido no se por quién. En este punto amoroso  la cumbre de la pareja estuvo en aquella oportunidad, en la que después del contacto él se vestía con prisas. Preguntó Ava, según el chisme volandero al menos por Madrid, dónde iba con tanta prisa. Respuesta lacónica del diestro en las plazas y en otros lugares:”Si no lo cuento, no vale la pena”.
Está lo de las fiestas brutales, en cabeza sin duda El Toro de la Vega, en Tordesillas. Hemos cogido cariño a todos los que litigan o se defienden, a los taurinos, a los antitaurinos, a los jinetes que ensartan al animal… La Junta de Castilla y León ha puesto el veto a la matanza de toros en fiestas populares. La reacción municipal de la Vega es que ellos no celebran su fiesta si no respetan la tradición, que el alanceo tiene  media docena de siglos
Luego está lo de Cataluña, prohibición rigurosa de las corridas. Pero toleran los corre bous, corre toros en castellano aunque parece mas literal bueyes, donde es cierto que no se mata al animal, pero se le somete a crueldades sin fin. Hay una corriente de opinión sobre Mas y su prohibición de matar toros en la  comunidad,  ¿qué  significaba tal decisión? Simplemente que es conocida como fiesta nacional  y está indisolublemente unida a España. La que les robaba, a no ser que el producto de ese robo nuestro, lo llevará Jordi Pujol a Andorra, así  no es posible saber a donde fue a parar el parné de nuestro fechoría. Es sabido lo que se dice de la Ciudad Condal: ¡Barcelona es buena si la bolsa suena”. 
 

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