Opinión

El diputado de la llave, entre los países de Jauja y Cucaña

El domingo pasado, me enteré por Atlántico que había fallecido  en Madrid el ex ministro de Universidades e Investigación de la transición, Luis González Seara. Ourensano integrado en su día en UCD, encabezó la lista al Congreso por Pontevedra, tiempo que pasé bastantes horas al día a su lado y el de otros dirigentes de Unión de Centro Democrático, la mayor parte miembros asimismo de la lista que la formación presentaba. Yo no militaba en UCD, era el responsable de comunicación: notas de prensa, entrevistas que solicitaban a candidatos, frases con tirón para los mitines, una elemental preparación para hablar en público, etc. En octubre de 1979 ya era afiliado al centrismo. Hace unos veinte años decidí no volver a hacer trabajos de ese tipo, por mi desengaño con la política. Voto en blanco en toda suerte de comicios desde hace catorce o quince años.
Admiraba a nuestro candidato por el trabajo que había hecho como articulista, primero en Cambio 16, desde los primeros años setenta, y en Diario 16 solo unos meses después de la muerte de Franco, cuando no se sabía que camino tomaría España.
El González Seara que conocí en persona, sonreía todo el día y ante unos pocos miembros del equipo de la campaña, imitaba a grandes personalidades. Se parecía muchísimo a  los imitados, tenías la impresión de que hablaban ellos. Seara  le echaba picardía y gracejo al remedo. Un día, entre los dos, creamos un “bocadillo” para que lo dijera cualquiera de nuestros aspirantes. Se nos ocurrió encargárselo a un miembro de la lista que era muy caballeroso, incapaz  de insultar a nadie. El escogido llevó el guión a casa y su mujer se escandalizó, solo dijo algo así como “nadie va a creer que esas frases son cosa tuya”. Celebradas las elecciones, Rafael J.Portanet, que había sido elegido candidato por la derecha en las legislativas,  se encontró a nuestro hombre en las Cortes, el que había hecho la intervención contra el polémico exalcalde de Vigo, como le habíamos dicho. Al estar frente al diputado que consideraba que le había insultado, que alargaba la mano para saludarle, Portanet no solo no le respondió al gesto amable, ni siquiera aceptó que el otro le saludara. Su rechazo a la persona no era suficiente, Portanet dijo alguna palabrota contra el de UCD.
Después de un par de meses de campaña no volví a ver a Luis González  Seara, solo tuvo noticias de que me había apoyado en una gestión política a mi favor, en la misma línea que el también ex ministro Jesús Sancho, que además de su responsabilidad  ministerial presidía la UCD provincial. Nos vimos en el ochenta y uno, en el Congreso de Mallorca.
En 2001, veintitantos años después de nuestro primer encuentro, volvíamos a encontrarnos González Seara y servidor. Un buen amigo, Adolfo Moure, ourensano, había conseguido en Vigo una confianza del ya no era otra cosa que catedrático de Sociología. Hice la presentación de no  volvimos a vernos.
En la primera entrega de este sección, me referí a Luis González Seara, como el campeonísimo en la lucha contra el corporativismo. Hoy voy a rescatar parcialmente piezas de su autoría que no son de la transición,  tienen treinta y tantos años.
Cambio 16 era aquella combativa revista cuyo consejo de administración presidía nuestro personaje. González Seara: evocaba las míticas Jauja y Cucaña, reinos de la abundancia. La gente ansía eso que podríamos calificar de mítico. El brillante catedrático de Sociología en Madrid, en la esfera universitaria hacia la faena final, aunque no fuera vestido de luces. Ponía otros ejemplos y  decía: “Los cochinos se pasean con un cuchillo al lomo para que uno pueda cortar cuanto apetezca, como en el cuadro de Peter  Breugghel”.
Es muy hispano, hoy, que te lo den todo hecho, que nada requiera esfuerzo, virtud que hemos sacralizado en los hombres y mujeres de la transición, pero la ejercían. No es menos propio entre nosotros aspirar a paraísos que no es que sean de difícil acceso, es que no existen. Ese cuerno de la abundancia trasladado a un lienzo por Breugghel, no es cosa de este mundo, que dicen se hizo para el sustento de la especie humana primero y después de los animales no racionales. Se haría, sí, para este mundo de privilegiados que constituimos algunos, aunque con muchos ciudadanos por delante en privilegios. Nosotros comemos, los de abajo no. Por  mucho que produce la tierra, a los tercermundistas no les llega o solo les alcanza cuando hay una campaña sonada por algún motivo, para apoyar a ese colectivo. Los pobres no son de este mundo, y del cuerno de la abundancia se quedan, si acaso, con el cuerno.
En otro artículo de Diario 16, de 2 de enero de 1983, describe a esos parlamentarios que por mor de los comportamientos  partidarios que tenían los grupos parlamentarios hace treinta y tres años, algo que se repite. Ahí estaba, aquí está el “diputado de la llave”, que vota lo que le manden.  Me pregunto si los ciudadanos no tenemos motivo para votar en blanco. O cuando menos para abstenerse, excepto en nutrir las arcas de los partidos con las segundas elecciones que nos amenazan.
 

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