Opinión

Unanimidad de la buena, también la hay mala

De  mis unanimidades vengo, a mis unanimidades voy. Una buena parte de la opinión publicada ha hecho un cordón sanitario en torno a Sánchez, sacudiéndole la badana, para que llegue al sacrificio final ligero de equipaje. Total, para trasladar de aquí para allá los votos del PSOE en las elecciones gallegas, cada vez basta una maleta mas pequeña.
Primero fue Alberto Núñez Feijóo el que acarreó unanimidades a su favor. En la precampaña, bastantes, conocido el resultado, casi todo el  mundo se va a las filas de los ganadores. Evidente los méritos de Feijóo, pero es que coincide con el afán casi unánime de estar siempre a la sombra del ganador.  Así es la cosa, según dice Rosendo, que parece el Juan Palomo del mundo de la música, compone, canta, toca la guitarra…solo le falta dominar el trombón. Canta este “Duele pensar”, de lo que va solo una píldora, pero sabrosa: “Hágase en nosotros vuestra voluntad / lo hemos decidido por unanimidad / valgame santa democracia”.
Hay unanimidades buenas y malas. Como suele ser habitual, busco  el apoyo de María Moliner, en su “Diccionario del uso del español”. No me interesa la definición, sino los ejemplos de cómo se emplea el término unánime. Así: “La familia está unánime en desear el traslado”. El destino puede ser  un paraíso que solamente sea fiscal, en cuyo caso no me interesa lo mas mínimo. Puede ser como el de los mahometanos, lleno de huríes, y entonces la que protestaría sería mi señora y está uno mayor  para esas alegrías.
Globalmente, los elogios que ha habido a Feijóo me parecen consecuente con el resultado. A sus adversarios les ha subido la fiebre por encima de cuarenta, mas uno, y eso es letal.  Hay un aspecto, sin embargo, que no me interesa nada de la unanimidad. Y es considerar cada triunfo de Feijóo un paso de botas de siete leguas hacia el liderazgo del PP con tique para la Moncloa. 
Me parece grosero meter en esa carrera al buen jinete que ha demostrado ser nuestro personaje, y que desde su reconocido  nivel de inteligencia y de eficacia no tiene necesidad de aspirar a cualquier cargo que,  por importante que sea, solo en aspectos fundamentalmente protocolarios están por encima de esta tierra.
Peor está Pedro Sánchez. Le va a lo que le rodea por las cuatro esquinas, una hermosa palabra:  ba-ra-hún-da, que es ruido estrepitoso, confusión. O sea, que los barones en este caso son mas peligrosos que los varones. En el horizonte se otea un posible riesgo para el futuro político de Sánchez:  “(,,,) Susanita tiene un raton / un ratón chiquitin  /  que come chocolate y turrón 7
Y bolitas de anis  (…)”. La lideresa andaluza, si sigue en el propósito que se le atribuye de aspirar a la dirección del PSOE, va a llevar a Sánchez  a Despeña-perros, que es sabido que se dice de los canes son el mejor amigo del hombre, pero por lo visto son incondicionales de alguna señora.
En los últimos tiempos no han acertado con  la elección del líder nacional, que por supuesto lo digo refiriéndome a España.  Rodríguez Zapatero es como un niño grande, que destrozaba casi todo lo que se le ponía a mano, como si fueran juguetes baratos. En vez de vivir una jubilación temprana, se empeña en andar de la ceca a la meca sin rumbo ni orientación, diciendo cosas  con las que hay que tener muchas ganas para estar de acuerdo. Pedro Sánchez, por su parte, venía sobrado, cuando según opinión extendida de lo que está sobrado es de guaperas.  Ahora, además del lio que se debe a post-parto electoral, está la operación para llevarle a la Moncloa por vía de las urnas. Eso no cree que crea que sea posible ni el que asó la manteca.
Aunque por fortuna no es mi caso, hay demasiados gallegos, o esa impresión tengo yo, que situan a la política a la cabeza de sus preocupaciones. Así las cosas, pasan inadvertidos otros valores. Tuve la fortuna, creo que fue hace tres ediciones de los Premios da Crítica de Galicia, que Bieito Ledo, presidente de esta organización me sentó  entre otros en la misma mesa que el jesuita Manuel Cabada. Su hoja de servicios a la cultura en un sentido amplísimo  y a Galicia igualmente, y  aconseja estar cerca de el, porque siempre se aprende a su lado.
Cabada es menudo de cuerpo e inmenso de espíritu. Nació en Sabucedo, tierra de caballos difícilmente domesticables.  Como el mismo. Sólidamente formado en el ámbito de la Filosofia y la Teologia, con amplios saberes en diversos campos su contacto con varias universidades europeas hace cuatro días nos enviaba un poema de Xosé María Díaz Castro, a quien se reserva este año el honor de ser protagonista del Día das Letras Galegas.
Manuel Cabada, que cada domingo envía a un puñado de amigos a través del ordenador una lectura muy personal y valiosa del evangelio, en este caso nos envía un poema del autor citado, que lleva por título “Penélope”, o sea tejer y destejer, y empieza así; “Un paso adiante e outro atrás, Galiza, / e a tea dos teus sonos no n se move . / A esperanza nos teus ollos se espreguiza (…) Traguerán os camiños  algún día / a xente que levaron, Deus é o mesmo (,,,)”.
 

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