Opinión

Vuelven los campos de concentración

Europa quiere solucionar el problema de los refugiados recuperando los campos de concentración, pero en territorio africano, para no manchar el continente europeo y alejar así de las fronteras comunitarias a los extranjeros "irregulares" (seguimos usando este calificativo cuando lo irregular puede ser su situación, pero nunca las personas). Lo van a tratar los jefes de Estado y de Gobierno la próxima semana en Bruselas. No lo llaman "campos de concentración", claro, sino "centros de migrantes fuera de las fronteras europeas" o "plataformas regionales de desembarco", lo que, además de una mentira es un sarcasmo. Y dicen que, además, lo hacen para "reducir el incentivo a embarcarse en viajes peligrosos".
Todo suena terrible, porque, por si fuera poco, ponen el escudo de ACNUR y de la OIM, organizaciones para los refugiados y las migraciones dependientes de Naciones Unidas, organización que también parece apoyar la medida. Italia aplaude con las orejas y si lo hace Alemania -Merkel está a punto de ceder- los que quieren acabar así con el problema de las migraciones habrán ganado la batalla. Tendrán que poner muchos miles de millones de euros para que los países "de desembarco", se hagan cargo de cientos de miles de personas, pero eso no les importa. Y, sin embargo, no se resolverá el problema porque no se pueden poner puertas al mar y las víctimas de la guerra, de la violencia, de la persecución o de la miseria seguirán arrostrando el riesgo de morir en la travesía porque lo que tienen delante es incluso peor que la posibilidad de perder la vida. Y las mafias seguirán aprovechando, sin remordimiento alguno, su próspero e inhumano negocio. En algunos casos cobran en origen por el traslado, se aprovechan de las personas en el viaje y las reciben en destino -España, Italia, Libia...- para traficar con ellas. Un negocio perfecto.
Europa sigue sin plantearse un plan de acción sobre el terreno. No para evitar que den el salto a Europa sino para que esos países se desarrollen, creen empleo y no sea necesario que sus ciudadanos tengan que jugarse la vida para aspirar a una vida mínimamente digna. Marck Lowcock, director de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, daba recientemente en Madrid seis claves: 1.- Las crisis las crean los hombres. 2.- Ninguna crisis humanitaria se resuelve con ayuda humanitaria, sólo con paz y desarrollo. 3.- Hay que encontrar nuevas fórmulas más rápidas y diligentes de respuesta. 4.- Hay que prevenir y reaccionar antes de ver ante el televisor a niños que mueren de hambre o a millones de desplazados por la guerra o las catástrofes. 5.- Hay que abordar todas las crisis en el punto de origen porque la mayor parte de los refugiados no están en Europa sino en los países fronterizos del conflicto. 6.- Hoy no se respetan "las leyes de la guerra", vigentes desde el final de la II Guerra Mundial, y se producen ataques a civiles o a centros médicos sin consecuencia alguna.
Hay más de 30 conflictos en activo; cerca de 350 millones de personas afectadas, de las cuales 130 millones necesitan ayuda humanitaria urgente; 68 millones de personas desplazadas, de las cuales 23 millones son refugiadas y han cruzado una frontera internacional, la cantidad más alta también desde la II Guerra Mundial. Y Europa dice que va a solucionar el conflicto con "plataformas regionales de desembarco" radicadas en África. ¡Bravo!

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