Opinión

Con el mayor respeto

España vive estos días unos acontecimientos extraordinarios que ningún español vivo ha presenciado nunca: un relevo entre Reyes. Y con la máxima normalidad, después del mayor período de paz y prosperidad en la historia de España en democracia y libertad. En un Estado de Derecho que, a pesar de sus fallos y de algunas decisiones políticas recientes, sigue mereciendo ese nombre. Bastaría eso para decir que ha valido la pena la experiencia de casi cuarenta años con un Rey en un país en el que los monárquicos se contaban, y tal vez se siguen contando, casi con los dedos de una mano. Una Monarquía sin monárquicos sólo es posible si garantiza la democracia y la libertad de todos los ciudadanos, si está por encima de las luchas políticas y si quien la encarna tiene el respeto de la inmensa mayoría. 
Se ha ido un Rey al que todos daban por liquidado a los pocos días de asumir su corona, y que llegó gracias a la decisión de un dictador que falleció en su cama y de unas Cortes que se hicieron el harakiri. Un Rey impuesto, que trajo las libertades y que consagró la democracia en una Constitución que fue fruto del pacto de todas las fuerzas políticas. Un Rey que legalizó al Partido Comunista -ese que ahora vota en contra de su decisión y pide la República- y que limitó sus poderes para que este país avanzara hacia la modernidad democrática y constitucional. Un Rey que, con sus sucesivos Gobiernos, nos llevó a Europa y a la OTAN y devolvió el prestigio a una nación que fue grande. Un Rey que, a pesar de algunos errores personales, ha sido Rey de todos, defensor de la democracia y de las libertades en momentos de riesgo, gestor de consensos y el mejor embajador político y comercial de nuestro país en el mundo. Un Rey cercano, en fin, que se ha ido discretamente, en silencio, con humildad, dejando todo el espacio político a su sucesor. 
Viene otro Rey que ha estado trabajando y formándose para ejercer bien su papel. Un hombre joven que hereda la máxima responsabilidad institucional y que apuesta por una España moderna, diversa y unida, y que pone el bienestar de los ciudadanos como el gran objetivo de una Monarquía parlamentaria y constitucional, votada por todos los ciudadanos en 21978, renovada y transparente. 
Dos Reyes en esta España que merecen el mayor respeto de todos. Uno, por lo que ha hecho. El otro porque ya ha demostrado su integridad y su compromiso. De Juan Carlos I a Felipe VI sólo hay la distancia que separa lo conseguido por todos de lo que todos debemos ser capaces de construir juntos para no volver nunca atrás.

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