Opinión

La estabilidad imposible

En tiempos de crisis, lo más importante es la estabilidad, incluso aunque sea precaria. Si fuéramos un poco más exigentes, hablaríamos de pactos, de consenso, de acuerdos. Se trata de demostrar que los intereses generales, lo que antes llamábamos el bien común, se ponen por encima de los intereses particulares, de los intereses partidistas. Que no se creen más dificultades que las inevitables y que no se multipliquen artificialmente las que existen. En política, como en economía, la seguridad jurídica -que viene dada por leyes que permanecen, por garantías que se cumplen, por eliminar en la medida de lo posible las incertidumbres- es fundamental para el desarrollo de un país, para garantizar inversiones internas y externas, para un crecimiento sostenido. La estabilidad da confianza y en política solo es posible desde la generosidad de unos y de otros, los que gobiernan y de los que aspiran a gobernar.
Tras las elecciones andaluzas no parece que esa estabilidad vaya a mejorar, sino todo lo contrario. Entre otras cosas porque hemos entrado en un período de agitación -elecciones europeas, autonómicas, locales y, seguramente, generales en un plazo de seis a doce meses a lo que se suma el problema catalán y la situación económica- en el que todos los partidos se van a jugar no la victoria, ni siquiera el poder, sino la supervivencia. La jugada maestra de la moción de censura de Sánchez -que pudo mandarle definitivamente a casa, pero que le ha encumbrado al poder- le ha dado tiempo y poder escribir en el BOE, pero no le garantiza un resultado futuro que le permita seguir gobernando. PP y Ciudadanos se están jugando el liderazgo del centro-derecha, pero si el partido de Casado no detiene claramente su caída, es posible que se arriesgue a una descomposición progresiva. Y si Ciudadanos no da el salto definitivamente, será un apéndice, necesario, pero secundario. Lo mismo se puede decir de Podemos, para el que el año 2019 puede ser decisivo para su llegada a gobiernos a la sombra del PSOE, o para ser fagocitados por éste. Y, finalmente, habrá que medir si Vox acaba con el PP, al restarle dos o más votos por cada uno que le quite. ¿Nace una extrema derecha en España? ¿Viene para quedarse? Lo vamos a ver en poco tiempo. Decía Ortega que "el hombre de la calle sospecha que no se puede gobernar en el vacío* sin apoyarse en la adhesión de una parte de los españoles. ¿De cuántos? No es lo importante el número de amigos con que un político cuente, aun entendiendo por amigos todos los que honradamente coinciden con sus ideas* Lo importante para un político es la adhesión de los enemigos, lo cual solemos llamar respeto". También la oposición debería ganarse el respeto de quien gobierna, pero ni para unos ni para otros va a ser fácil obtenerlo de los adversarios y de la ciudadanía ¿Y quiénes son los adversarios y quiénes los enemigos de Sánchez? Ni siquiera es fácil responder a esta pregunta cuando hablamos de economía, de libertades o de respeto a la Constitución, de democracia.
"Día por día, minuto por minuto, palabra por palabra, decía Ortega, tienen que conquistar nuestro respeto". Sin conquistar nuestro respeto -que pasa por respetarse a sí mismos- los políticos no pueden ofrecernos esa imprescindible estabilidad.

Te puede interesar