Opinión

Ejemplos que matan

Albert Einstein decía que "dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única". Dudo mucho que tuviera razón y que el ejemplo, el buen ejemplo, se transmita "de generación en generación" y de frutos, pero lo que no cabe duda es que si damos buen ejemplo es porque actuamos bien, con honestidad, con honradez, don generosidad, con solidaridad, con comprensión... y eso siempre es mejor que predicar y no dar trigo. Seguramente el ejemplo no basta para que nuestros hijos sean unos ciudadanos ejemplares, pero lo que no cabe duda es que el mal ejemplo acaba contagiando a todos con mucha más facilidad que el bueno. Y así nos va. Adela Cortina decía recientemente que entre las palabras de Europa ante la crisis de los refugiados y la realidad de los hechos hay un abismo.
Nuestros políticos -y en eso da igual que sean de derechas, de izquierdas o de Macron- se hartan de decirnos lo que hay que hacer, pero luego hacen todo lo contrario. El PP no deja de decir que ha legislado como ningún otro partido contra la corrupción, pero cada día surge un nuevo escándalo que les deja peor de lo que estaban. Y miren que es difícil. Si hasta Cristina Cifuentes acaba envuelta en la madeja, en el lío, apaga y vámonos. No parece haber ningún político popular que podamos subir al altar de los ciudadanos ejemplares. Y eso es muy malo para el PP, pero también para España.
Pero es que en la izquierda sucede lo mismo. Los aspirantes socialistas a la secretaría general no sólo parecen militar en partidos diferentes y antagónicos sino que transmiten sin pudor su desprecio al contrario, por no decir su imposible capacidad real de caminar juntos en el presente y en el futuro. Son más los que creen que el partido acabará rompiéndose, gane quien gane, que los que vislumbran un futuro mejor que el presente, y mira que el presente es malo. Y también eso es malo para España.
Fuera de los dos grandes, grandes de momento, con mucha historia pero no se sabe si con algún futuro, pasa algo parecido. Lo de Convergencia, ahora PDCAT, con Pujol y Más como apóstoles de la coherencia y de la honradez, es para escribir un libro. Si alguna vez se escribe en serio la historia de esta etapa, los politólogos, incluso los favorables a las tesis de la independencia, tendrán serias dificultades para explicar a sus lectores, una de las mayores tramas de corrupción y de hipocresía de la historia de Cataluña que, de momento, es también la historia de España. Un mal ejemplo que dificulta mucho llegar a algún acuerdo porque algunos saben que sólo se puede conseguir con la expulsión de la política de los golfos.
Y en otro lado, lo de Podemos no merece muchas explicaciones. Podemos, con la utilización fraudulenta de las instituciones, es a la política lo que las tertulias de la televisión a la información. El mal ejemplo se impone y se copia. "Todo está perdido, decía un filósofo griego, Donato de Abdera, si los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa". O si no sabemos si hay buenos.

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