Opinión

Sánchez manda una aliada, no una mediadora

Lo que pase con Cataluña nos dará la medida de lo que se puede esperar de Pedro Sánchez. Los indicios no pueden ser peores. De momento, los rebeldes que reiteran su propósito de reactivar el proceso de la secesión ya tienen las manos libres y la llave de la caja para volver a abrir las embajadas, como ya anunciaron. Ofrecieron a Trapero volver a tomar el mando de los mozos, quieren activar las leyes suspendidas y retornar al inicio del proceso antes del 155. Eso no es un buen augurio. Sánchez no esperó a ver qué camino emprendían y de modo imprudente levanta el control de las cuentas.
Conviene recordar que Metinxell Batet, nueva ministra de Política Territorial y Función Pública, fue uno de los doce diputados de la organización territorial del PSOE en Cataluña, PSG, que votaron a favor del derecho a decidir en el año 2013. En el mes de febrero de aquel año, Rosa Díez, entonces diputada de UPyD, presentó una moción en favor de la unidad de España y contra el “derecho a decidir”, una iniciativa que defendían los diputados de Convergencia e Iniciativa per Catalunya. Alfredo Pérez Rubalcaba ordenó a sus diputados votar no a la moción de los nacionalistas, pero varios diputados del PSC rompieron la disciplina de voto. Luego se les impuso una levísima sanción económica, 600 euros por barba. Rubalcaba tuvo que dimitir como secretario del grupo parlamentario para salvar la cara, luego de que quedara probada su nula autoridad.
Mientras que Sánchez ofrece a Torra recuperar –ya veremos cómo- el Estatuto de 2006, apadriando por Zapatero, la titular de Política Territorial y Función Pública no deja lugar a dudas: Reactivar los artículos del Estatut considerados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional (TC) en 2010, y abordar de modo urgente la reforma de la Constitución, obviamente, en orden a los intereses de Cataluña. Y ya de entrada, pone sobre la mesa de negociación las 45 reivindicaciones económicas y sociales que Carles Puigdemont trasladó en su día a Mariano Rajoy, que incluía celebración de un referéndum de autodeterminación. ¿Esto también)

Esto es gravísimo
Recuperar el Estatuto a su “estado original”, antes de que el Constitucional lo corrigiera en 2010, (anulando 14 artículos y reinterpretaron 27), sería gravísimo. Cataluña tendría su propio sistema judicial y el Estado no podría legislar en aquella región sobre competencias no cedidas. Vuelve lo peor de Zapatero y al punto de partida que, gracias él, desencadenó el proceso que ahora vivimos. Mientras Torra anuncia que reabre las embajadas y que quiere reactivar todas las leyes suspendidas y el inicio de la rebelión, Sánchez les devuelve el control de los recursos. Es insólito que un partido socialista ceda ante la derecha catalana y sus aliados diversos. Ni siquiera se esperó a ver cómo se desenvolvía el presidente vicario de Puigdemont antes de dejar de controlar las cuentas.
Torra ha dado la respuesta que cabía esperar: Le ha dicho Pedro Sánchez, que asuma “riesgos” en el diálogo con el Govern y ha apuntado que su intención es que sus encuentros lleven a una negociación bilateral entre los dos ejecutivos, entre dos gobiernos “de igual a igual”; es decir, un arreglo entre iguales: la Generalitat y el Estado. En su previsto encuentro, el representante de Puigdemont augura: “Él me dirá que quiere garantizar la unidad territorial, yo le diré que salgo de un referéndum y de una declaración de independencia, y aquí comenzaremos a hablar”. Y no sólo espera que los procesos de extradición fracasen, exige cambios en la situación de los presos y, sobre todo, su entrega al sistema de prisiones que controla la propia Generalitat.
Y por si queda alguna duda afirmó que no renuncia a ninguna vía para conseguir la independencia. ¿Está claro?

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