Opinión

Reformar la Constitución para apaciguar a Cataluña, un error

Mucho se habla estos días, desde todos los frentes, que es preciso reformar la Constitución de 1978. Y el hombre de la calle puede preguntarse: ¿Reformar la Constitución?: ¿Por qué, para qué y qué reformar?Una de las reformas pasa por convertir la Carta Magna en un repertorio de derechos sociales concretos, exigibles a los que el Estado debe responder de manera efectiva; pero bastaría que tales derechos se explicitaran a través de leyes orgánicas adecuadas, sin reformar el texto mismo.
Y el segundo asunto de pero para la reforma trae causa de ese curioso eufemismo inventado no hace tanto sobre “el conflicto territorial” o el todavía mejor del encaje de Cataluña en España.  Resulta curioso que seamos el único país del mundo que en los procesos electorales no se confrontan programas o ideologías para gobernar, sino que se enfrentan los que cuestionan la existencia misma del Estado o la nación como tal, como ocurre con nosotros.
Con respecto a Cataluña, hay tres elementos clave, a mi entender, que marcan la permanente presencia de esta comunidad o región en el debate nacional como problema siempre pendiente. 
Primero: es un problema sin solución como nos enseñó Ortega y Gasset con el que los demás españoles tenemos que acostumbrarnos a convivir. Incluso, si obtuvieran la independencia seguiría siendo un problema, seguirían las reclamaciones al Estado y los supuestos agravios pendientes. Por ejemplo: ¿Qué pasaría con los catalanes que quisieran seguir siendo españoles, acaso pasarían a ser extranjeros en su propio país? ¡Ah, pero para esto, ya tienen solución los nacionalistas!: los catalanes que decidieran asumir la nacionalidad catalana podrían compaginarla con mantener la española, esto es una ley del embudo.
Segundo: ¿Quiénes son o a quienes consideramos catalanes? Es evidente que no se puede invocar –aunque a algunos les gustaría- lo de los ocho apellidos catalanes, es decir, los descendientes de los franco-carolingios, o primeros “charnegos” que llegaron a aquella parte de la península con las remesas de procedencia francesa con que se poblaron los sucesivos condados surgidos como tapón frente a los árabes tras su avance por iberia.
Lo realmente curioso, es que el nacionalismo dice que Cataluña es milenaria y borra del periodo carolingio para atrás toda su historia anterior.¿Quiénes son hoy en día los catalanes? Pues parece lógico colegir que el conjunto de ciudadanos y extranjeros con nacionalidad y asentamiento legal en aquella comunidad que tienen residencia civil en Cataluña; es decir, que pueden invocar o que se les aplique en su caso el Derecho Civil Foral específico. Los catalanes hablan un latín transformado lo mismo que el gallego o el castellano; es decir, que tal hecho diferencial comparte el mismo tronco de lengua romance y su población asentada es, como en el resto de España, o incluso más una mezcla de la más diversa procedencia como ocurre en  todas partes. Cataluña goza de más competencias y autonomía que cualquiera de los Länder de Alemania, cosa sabida. Ese no es el verdadero problema. El bilingüismo ha sido una forma de expresar la propia muestra de tolerancia y convivencia de una sociedad culta.
El tercer elemento clave lo constituye que ese hecho se fundamenta en una falsa doctrina; es decir, en inventar un pasado para justificar elpresente. Aunque en este caso hay parodias digno de un psiquiatra, como señala el historiador James T. Shotwell quien alude a las “leyendas históricas hechas a la medida de quienes precisan justificar el presente”. Dice Shotwell que estos mitos pertenecen al campo del folklore. Huelga tener que recordar que Cataluña nunca fue un reino, sino parte del de Aragón. Pero da lo mismo.
El problema es económico, y como siempre se enfoca del modo que interesa al que lo provoca. “Cataluña da más de lo que recibe, Cataluña sostiene a otras comunidades, etc”. No tributan las regiones, tributamos las empresas y los ciudadanos.  Y olvidan que el desarrollo de Cataluña se benefició durante decenios del ahorro de los emigrantes gallegos y andaluces que el Estado hacía desviar hacia aquella comunidad.
Madrid es la comunidad autónoma que registra un mayor saldo fiscal negativo, es decir, aporta al Estado más de lo que recibe, con -16.723 millones de euros, el doble que Cataluña con -8.455 millones, tal y como se desprende del informe sobre las balanzas fiscales relativas a 2011 de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).No es sólo la comunidad autónoma que más exporta al resto de España, sino también la que más se beneficia de los intercambios comerciales con las otras regiones españolas.
¿Seguiríamos los demás españoles comprando en una Cataluña independiente? 
El historiador y economista catalán Gabriel Tortella Casares (Barcelona, 1936) dice: “A los nacionalistas les da igual todo. Tienen un relato y aunque los hechos no concuerden, no les importa. A pesar de que los decretos de Nueva Planta beneficiaron a Cataluña […] Con un nacionalista es difícil dialogar porque no escucha. Desde que Pujol ganó las elecciones y se convirtió en virrey de Cataluña, su política fue separar Cataluña de España, con la política lingüistica, mediante el adoctrinamiento en los colegios, en la televisión... Ha repetido sin cesar que Cataluña es diferente y que ha sido sojuzgada y explotada. Mi libro y los estudios de Ángel de la Fuente, o Clemente Polo demuestran que no es así... Cataluña paga más porque es una región rica. Eso pasa en España y en cualquier estado redistributivo. ¿Y qué ha pasado cuando los economistas han rebatido las tesis nacionalistas? Pues han dejado de hablar de ello, pero siguen repitiéndolo. 
 

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