Opinión

La rechifla del curriculum de algunos políticos sin oficio conocido y el grado de Protocolo

Hay cierta rechifla en el patio con respecto al curriculum prodigioso de algunos políticos y las flechas apuntan ahora, con munición diversa, hacia la gran esperanza de la derecha para Andalucía. Se trata de José Manuel Moreno Bonilla, un joven sin otro oficio ni beneficio que no sea haber ido saltando con peculiar suerte de un puesto para otro, hasta ahora que lo proyectan para liderar el PP de la tierra de María Santísima y por ende, para candidato a la presidencia de la Junta de aquella comunidad. No consta que ni uno solo de los días de su corta vida haya trabajado en nada que no sea la nómina oficial auspiciada por su partido. Pero en eso es uno de tantos. ¿Con qué preparación ha ejercido tan substancioso rol? Dicen que es muy simpático.
La cosa tiene gracia, salero y miga. Pero no todos mis colegas periodistas han estado acertados en la crítica y justamente le han negado o han valorado escasamente o nada lo único verdadero en la vida breve de este nuevo don nadie. De este jaez hallamos notables ejemplos en todos los partidos: desde Pepiño Blanco, que nunca trabajó en nada ni acabó carrera alguna, al inefable Arsenio Fernández de Mesa, ayudante de jardinero del puerto de Ferrol (empleo procurado por su señor padre), amén de representante de pinturas a otros y otras tantos y tantas….Claro que si uno lee su currriculum creerá hallarse ante un genio de cien mil saberes.
Al analizar el relato de la obra y milagros del tal Moreno, la cosa viene nada porque el tal sujeto afirma poseer estas joyas y preseas que copio: “Es grado (él dice licenciado, cosa distinta) en Protocolo y Organización de Eventos por la Universidad Camilo José Cela, y Titulado Superior Universitario en Protocolo y Relaciones Institucionales por la misma Universidad (titulación propia)”.
Además del recuento de su carrera política con rango de Secretario de Estado, que es puesto elevado, relaciona una serie de títulos inexistentes, hinchados o exagerados, al tiempo que convierte incluso en un master una distinción privada de carácter social. Ha sido concejal, parlamentario autonómico y nacional, presidente de patronatos y otras cosas más, sin la menor experiencia profesional absolutamente en nada en su vida privada. Es el mismo caso que la actual presidenta de Andalucía, que acabó mal que bien y con ayuda la carrera de Derecho, sin que haya ejercido nada que tenga que ver con la misma.
Lo del Protocolo es lo que se han tomado a broma algunos de mis colegas y es donde realmente tiene algún engarce tan sobresaliente recorrido biográfico. Hay un sospechoso baila de fechas en su historial, lo que aparte de prodigioso es una prueba de perseverancia académica en un personaje que se supone dedicado en exclusiva a la política mientras iba acumulando títulos diversos, en este caso inexistentes, al tiempo que desempeñaba importantes puestos en la Administración. El prodigio consiste en convertir en un “master” unas jornadas o una distinción social en un rango académico. Incluso, a lo largo de su vida regalada,  su biografía ha mejorado retrospectivamente, al tiempo que iba saltando de un cargo a otro.
Le ha parecido mal a quienes poseen el grado de Protocolo por la mencionada universidad privada la mencionada rechifla sobre el título de fachada del tal Moreno y tienen razón en una cosa ya que yerran quienes devalúan le contenido, misiones o rango de este título universitario igual en ese sentido a cualquier otro de su nivel. Pero si repasamos la trayectoria o el repertorio con que se ha ofrecido se desprende que obtenerlo era cosa fácil, mediante toda surte de pasarelas, convalidaciones y otras vías que eludían el bachillerato como plataforma de salida (cierto que existen otras opciones subsidiarias, pero que deben ser previas); si repasamos la publicidad comercial, ahora mismo lo ofertan fácilmente al alcance aparente de cualquiera; si observamos la perseverancia con que pretenden que sea el refrendo para quienes ya son profesionales del protocolo sin necesidad de poseerlo, notaremos que la errada devaluación o el escaso valor de referencia que algunos periodistas (con los que no coincido) han adjudicado al título real de Moreno pudiera deberse al modo en que se coloca este producto académico en el mercado. Y a que el señor Moreno sea el paradigma de quienes lo poseen acaba de arreglar la cosa, dado el personaje y el resto de sus perfiles.
Y por todo ello, ahora se meten con el señor Moreno. Pero eso no es justo para quienes obtuvieron ese grado con seriedad, solvencia, dedicación y esfuerzo. Y que nadie se confunda para llevar el agua a su molino: Los periodistas sabemos respetar a los profesionales del protocolo. A los de verdad, claro.

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