Opinión

Rebelión catalana

Es pues la hora de un gran acuerdo –del que yo no excluyo a nadie- y no sólo entre los dos grandes partidos constitucionalistas, sino de todos aquellos que de manera sincera estén dispuestos a pensar en el conjunto del país. Cierto que existen graves problemas que deben tener prioridad, y el primero procurar una vida digna a todos los españoles; pero eso va a ser difícilmente posible sin un gran acuerdo que priorice  el interés global de la nación a los egoísmos de partido. En modo alguno propongo que gobiernenlos políticos ya amortizados; pero tiene que haber alguna fórmula posible en esta crítica hora. Entre todos, insisto.
La rebelión de una parte de Cataluña requiere una respuesta contundente y firme dentro de la Constitución, sin miedo alguno al empleo de los recursos que brinda, incluso si fuera preciso, el despliegue de los medios que neutralice a los rebeldes, imponga la Ley y el Estado de Derecho.
Y nadie está proclamando que hay que privar a los independentistas de su derecho a pretender separarse de España, siempre que lo hagan a través del único camino posible, la reforma de la Constitución. La comunidad internacional, Europa y el mundo civilizado no van a prestar (repetidamente lo han manifestado) el menor apoyo a la balcanización de España y no puede caber en cabeza alguna que la desconexión de España por la vía que ahora pretende impulsarse. El futuro de España es cosa de todos. Es penoso que mientras otras naciones de Europa tratan de enfrentarse sin discutirse como tales los problemas de nuestro tiempo, aquí desperdiciamos las energías discutiendo si queremos ser galgos o podencos.
Pero si, como es previsible, en Cataluña siguen por ese camino y cruzan la línea roja, que el Estado actúe con toda su legitimidad. Sencillamente, que se cumpla la Constitución y que se empleen sin el menor atisbo de titubeo, las medidas que sean necesarias para asegurar la convivencia, la paz civil y la unidad de España, patria común e indivisible de todos los españoles, incluidos los que tienen vecindad civil en Cataluña.
Una España debilitada, en pleno proceso de recuperación, fragmentada y sin opciones de un gobierno estable es el marco ideal para que los rebeldes intenten desmontar el Estado. La experiencia de la I República debería hacernos reflexionar a todos, especialmente a los cantonalistas bolivarianos que quieren repartir referendos por toda España para ver si seguimos siendo una nación o un club territorial del que se pueda entrar o salir según guste al vecindario local.

Te puede interesar