Opinión

Los negocios de la comunidad china

En apenas dos semanas, se han sucedido varias noticias que tienen el mismo denominador común: la delincuencia o la relación de personajes del mundo empresarial chino, con arraigo y fuertes intereses en la comunidad, con presuntas actividades delictivas. La Guardia Civil de Vigo interceptaba una red de exportación ilegal de capitales a China desde Vigo, cuando a las pocas horas en Pekin era detenido Sam Pa, propietario del 60 por ciento del astillero vigués “Metalships”, si bien sus consocios gallegos no tardaron en desvincularse de este personaje, y reducir su condición a mero asesor.  El empresario detenido estaba interesado en distintos sectores de negocio de empresas gallegas, relacionadas con la industria de la alimentación o de la hostelería.
Es evidente que existe una enorme preocupación por los modos de hacer negocios de los chinos en España, y cuando se advierte que algunas actuaciones rozan o vulneran la legalidad, estos empresarios alegan con toda naturalidad que ellos no son delincuentes, sino empresarios que no siguen determinadas reglas.
Uno de los problemas a los que se enfrenta el Estado español es la exportación ilegal de grandes masas de capitales españoles hacia China, que luego retornan en forma de grandes inversiones al margen de los circuitos habituales. Legalmente, una persona no puede sacar de España más de 10.000 euros. 
La madrugada del 16 de octubre de 2012 la policía española irrumpía en la vivienda de un empresario chino llamado Gao Ping en la mayor operación contra el crimen organizado de todos los tiempos. Este criminal llegó a fotografiarse junto al Rey ya contaba con importantes contactos en el país. Se desarticulaba trama que había sacado de nuestro país ilícitamente hasta 1.200 millones de euros en tan sólo cuatro años. 
En Cataluña y en Madrid, se han localizado grandes almacenes de productos chinos importados ilegalmente, o a través de falsos manifiestos, que, aparte de no cumplir las normas de calidad de la Unión Europea, fueron introducidos en España sin el pago de aranceles.  Las sociedades se dedicaban al comercio al por mayor de artículos textiles y crearon un entramado para ocultar el valor real de las importaciones. 
Pero aparte de esto, muchos de estos productos son falsificaciones industriales de todo tipo de marcas, que luego distribuyen los manteros. La localización, tanto en puertos como en almacenes de estas mercancías es ya habitual: Según datos de la de la Asociación Mundial de Consumidores (WCO), el mercado de las copias, sólo de la moda y sus complementos mueve unos 600.000 millones de euros al año. La gran factoría que mueve ese mercado está esencialmente en China.
¿Qué dejan los chinos de beneficio en España? Nada. Venden mercancía china, el importador es chino, el trabajador es chino y el distribuidor es chino. El beneficio económico no se declara a Hacienda. Es enviado a China y retorna en forma de grandes capitales para comprar, por ejemplo, el edificio más emblemático de Madrid. Y ahora, otro fenómeno: Los chinos ya están obteniendo el visado en España a cambio de invertir 500.000 euros en pisos y viviendas. Y ya son ciudadanos españoles de pleno derecho.
Museo de los horrores
Sin salir de Galicia, el Instituto Gallego de Consumo, ha montado un museo en Santiago de Compostela, donde se pueden observar los productos chinos falsificados que son retirados de las tiendas y los mercados. De la peligrosidad de estos géneros se pueden dictar dos ejemplos: Primero, los juguetes que incumplen las normas de la Unión Europea sobre plásticos rígidos (los de fabricación china se quiebran y convierten en estiletes), aparte de estas fabricados con barnices y pinturas que contienen productos tóxicos que pueden causar la muerte.  Otro producto envenenado es el papel higiénico, fabricado mediante procesos que ignoran los protocolos del trato que se exige a los residuos de trapos y papel, en los que se han llegado a encontrar bacterias. Comprar estos productos es un riesgo. 
Talleres clandestinos
Pero el fenómeno no para ahí. El modelo de trabajo esclavo, al margen de las normas laborales, habitual en China ha sido introducido en España. Recientemente se desmanteló un taller ilegal de costura regentado por un ciudadano chino ubicado en Biduido de Abaixo, en el Concello de Ames, muy cerca de Santiago. Los productos se vendían en una tienda de Vigo. Aparte de chinos, algunos trabajadores eran españoles, sometidos a la misma explotación.
Una de las últimas operaciones contra la mafia china en Galicia consistió  en  la liberación de varias mujeres que, tras ser engañadas en origen, eran obligadas a prostituirse en locales de alterne en régimen de esclavitud. Pero aparte de la explotación sexual no hay terreno donde la delincuencia china no opere: narcotráfico, los préstamos abusivos y hasta las clínicas clandestinas para practicar intervenciones quirúrgicas y abortos. En todas ellas. Hasta ahora, el delincuente era chino y la víctima, también. Pero eso puede cambiar.
 

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