Opinión

Los errores del PSOE

Cada vez son más los dirigentes de PSOE, de la línea contraria a Pedro Sánchez, que consideran que fue un grave error entregar a Podemos y sus contratas y adheridos ayuntamientos esenciales de España, como Madrid, A Coruña, Santiago, Cádiz y otros. Basta leer entre líneas las manifestaciones de personajes como Antonio Migue Carmona, concejal del Ayuntamiento de Madrid. En ese sentido, el análisis del papel que está jugando el PSOE en los municipios y comunidades autónomas donde se ha establecido el pacto dio lugar a encendidos debates dentro de los sectores críticos que llegaron a la misma conclusión, allá donde Podemos manda, el papel de PSOE es de mero apéndice, cuando no mudo testigo de cómo el partido de Pablo Iglesias impone sus criterios y prejuicios, en no pocos casos, en abierta oposición a la postura del Partido Socialista.
En un documento de análisis de estas discrepancias que ha circulado en determinados círculos se señalan diversos aspectos que los socialistas no comparten y que ha procurado el rechazo de amplias masas de votantes, irritados por determinados gestos y políticas de Podemos, basados en sus propios apriorismos y prejuicios.
La lista de discrepancias, incluidos aspectos meramente anecdóticos, subraya la constante de Podemos de meterse con cuestiones tan variadas como la prohibición de los toros (más por su identificación con determinadas atribuciones de símbolo de la identidad española que por protección de los animales), la hostilidad hacia tradiciones socioculturales muy arraigadas si tienen alguna relación con la religión católica; la propia postura contra los símbolos nacionales comunes o incluso a Semana Santa en Andalucía.
En este sentido, un dirigente del PSOE recordaba hace unos días que en su partido militan personas de muy diversas creencias, pero sin duda, entre ellas son numerosas las que gustan de que se respeten determinados símbolos y tradiciones de la cultura española a las que Podemos ha declarado la guerra y que se manifiesta cada día en aspectos tan llamativos como dejar de acudir a determinados actos, trasladando los prejuicios personales al carácter que debe tener la representatividad de un cargo público, cambiar a letra de un himno como el de Valencia por sus alusiones a España, prohibir cruces en cementerios municipales, o que se interprete el himno de España en la fiesta de un pueblo.
“El PSOE ha convivido en paz con este acervo sociocultural, sin el menor problema y sin la obsesión iconoclastas de Podemos. En el caso de Galicia, los dirigentes del PSOE, durante sus mandatos, han acudido tranquilamente a la Ofrenda del Antiguo reino representando a sus ciudades o la Ofrenda Nacional a Santiago, ahora vetadas por los alcaldes de Podemos o sus marcas territoriales”, señalan.
No se entiende que la alcaldesa de Madrid sea renuente a participar en las fiestas tradicionales de origen católico, pero que apoye y fomente y ayude la celebración de fiestas de la comunidad china o el ramadán musulmán.
Pero con ser todo esto grave, lo peor es que el PSOE, presa de sus complejos ha ido dejando hacer aquí y allá lo que Podemos ha querido. Ha sido la propia experiencia en este sentido uno de los factores esenciales que determinó que era preciso impedir que Pedro Sánchez se aliara con Podemos y los nacionalistas porque sus efectos podrían ser irreversibles, alejar del PSOE a votante moderados que nunca aceptarían esa deriva, aparte del riesgo de que el propio Partido Socialista quedara atrapado en el magma de Podemos y sus contratas hasta desaparecer.

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