Opinión

Daños colaterales en el PSOE

Casi al mismo tiempo que el presidente de la gestora que dirige temporalmente el PSOE, Javier Fernández, manifestaba que el partido se había “podemizado”, el máximo dirigente de Podemos lanzaba en las redes un vídeo de inequívoco apoyo a Pedro Diez, llamando a sus bases y partidarios a “cavar trincheras” en la sociedad civil, en las instituciones y el los movimientos sociales (léase tomar la calle) porque ante el “golpe de régimen” es precisa la movilización porque estamos ante un momento histórico.
Y al tiempo que esta llamada “a las barricadas”, recurso muy del gusto de Pablo Iglesias, que en estos casos se expresa con cuidada dialéctica de equivoco significado, Javier Fernández hacía suyo el pensamiento de Fernando de los Ríos, el histórico dirigente y pensador socialista quien dijo que los socialistas deberían tener un orden de prioridades en sus acciones: Primero, España; después, el partido; por último el interés personal de cada uno.
O en palabras del dirigente asturiano: “El PSOE tiene que plantearse qué solución es la menos mala: que gobierne la lista más votada —es decir, el PP— o terceras elecciones. El Gobierno de España es lo primero, pero también hay que preocuparse por la supervivencia y coherencia del partido.” Pura lógica.
Fernández insiste en que por encima de estrategias e ideologías hay que pensar en la en interés del país, una vez que se ha llegado a este punto. Se puede intentar lo que antes no se hizo: pactar la abstención a cambio de que el PP acepte una serie de medidas urgentes que la sociedad española demanda, en modo alguno un cheque en blanco.
Pero tampoco ha dejado dudas en el rechazo a la escora de Pedro Sánchez, diferenciando un partido con 140 años de historia con el fenómeno que acaba de aparecer, “convirtiendo la indignación en política". Y el PSOE estaba derivando hacia Podemos con el riesgo de verse engullido y superado por el peligroso juego, ahora conjurado, de pactar con un partido o lo que sea no constitucional y los independentistas. Y ha estado afortunado al señalar que "Podemos ha pasado de ser una guerrilla a una tropa regular. No tenemos que parecernos a nadie, sino a nosotros mismos". Y fue claro cuando dijo que “Se puede pactar en una comunidad autónoma, o en los Ayuntamientos, en la medida que las competencias no interfieren con el Estado. Pero no se puede pactar con quienes quieren romper el país”. Es una cosa diferente, aunque bastante arrepentido está el PSOE de haber entregado a Podemos y sus subcontratas alcaldías esenciales.
La crisis del PSOE no sólo está dejando daños colaterales diversos en el partido, sino tomas de posición realmente inesperadas, como ocurre en la Agrupación Socialista de Vigo: Mientras que Abel Caballero y los suyos se alinean al lado de los críticos de Susana Díaz; su sobrino Gonzalo y un destacado conjunto de miembros del PSOE, opuestos al actual alcalde (entre ellos el ex gobernador civil Jorge Parada, procedente del PSP de Tierno Galván) cierran  filas con Pedro Sánchez y hacen suyas condenadas a quienes consideran golpistas y traidores. Francamente, no se entiende. Salvo que haya que agradeces a Sánchez que rectificara la lista que impuso Abel Caballero para las pasadas elecciones gallegas, introduciendo en las mismas a su sobrino contra el criterio de aquél.
Cuesta creer que estas personas estuvieran de acuerdo con la deriva del PSOE en manos de Pedro Sánchez, no ya por compartir la visceral oposición a entenderse en nada con Rajoy, sino por aceptar una suicida política, mala para España, pero peor para el PSOE. Pero en política se pueden ver estas cosas inexplicables.
 

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