Opinión

Campaña electoral bronca, desabrida y manipuladora

Respecto a Venezuela, parece indecoroso que quienes llevan años alabando, protegiendo y disculpando al régimen bolivariano; ocultan sus errores y fallos, lo ponen como ejemplo para el Sur de Europa, ataquen la solidaridad otros, invitados por su Parlamento. 

La campaña electoral está resultando (porque ya estamos en campaña) todo lo bronca, desabrida, apasionada, falta de argumentos y manida que cabía de esperar. Pero sobre todo, destaca la hipocresía y el cinismo con que unos y otros se echan a la cara sus propias conductas. Lo Venezuela resulta una evidencia de la capacidad de algunos de retorcer los argumentos para reprochar a los otros su propia conducta.
Todo esto viene a confirmar la vieja apreciación de Kappler sobre las campañas electorales cuando concluyó que no tenían otra utilidad que confirmar lo que cada uno ya pensaba votar y que realmente servían para crear pocas opiniones nuevas. A los grandes actos electorales van los convencidos, las parroquias y clientelas de los partidos o algunos curiosos, por lo que nos podríamos ahorrar tiempo y dinero si lo empleásemos en otras cosas.
Con respecto a lo de Venezuela, parece algo indecoroso que quienes llevan años alabando, protegiendo y disculpando al régimen bolivariano; ocultan sus errores y fallos, lo ponen como ejemplo para el Sur de Europa (Iglesias dixit), ataquen ahora la visita de Alberto Rivera a Venezuela, invitado por su Parlamento. 
En este sentido, hay varios elementos a considerar:
1º.-Que ha sido invitado, cosa común, por un parlamento democrático a intervenir en la cámara.
 2º.-Que un ciudadano extranjero debe ser extremadamente cuidadoso con la soberanía nacional del país que lo acoge.
 3º.-Que los mismos que ahora lo critican no han dudado en defender el régimen actual de Venezuela, no condenan sus excesos y, en su caso, públicamente también han hablado de la situación política del país para alabarlo. Y en el mismo territorio de manera repetida, cuando no participando directamente en actos con los dirigentes del país.
Para mí, lo complicado es hallar el modo inteligente en ser educado sobre el suelo del país que no es el tuyo, conciliando el respeto a su soberanía con el comentario sobre su situación política. Pero no debemos olvidar que en este caso Rivera fue invitado por el propio Parlamento, expresión de la mayoría del pueblo venezolano, que demanda a los poderes ejecutivos aquello a lo que Rivera ha mostrado su apoyo: liberar a los presos políticos y aceptar que la mayoría de los ciudadanos piden un cambio de rumbo.
No fue Rivera quien metió a Venezuela en el debate nacional presente. Ya estaba antes. Y la metieron otros al ponerla como modelo. ¿O no?
Pero al margen de este caso, lo que vivimos y se avecina promete ser más bronco de los procesos que hayan transitado por la democracia española. Aparte del insulto instalado en las redes sociales, la más tenebrosa y burda propaganda negra se desparrama por doquier, no ya en cuanto a que no siempre se identifique la fuente, sino que los contenidos sobrepasan todos los moldes de la manipulación más grosera e increíble, que ni el mismo Goebbels o Lenin hubieran imaginado.
Fue Alfonso Guerra en su tiempo uno de los más extremistas agitadores electorales, que tanto calificaba a Suárez como “tahúr del Missisipi” como ponía en circulación los famosos “dossieres” o los prontuarios electorales, donde por cierto se tasaban hasta las consignas, dirigidas especialmente contra el Partido Comunista, considerado el más peligroso rival en determinados espacios de la izquierda.
Todo aquello está hoy superado con creces. Circulan manuales de todos los tipos donde incluso se recomienda el empleo de técnicas dignas de los servicios de inteligencia: filtrar a los medios una falsa noticia o un rumor desfavorable o incierto para un partido, para salir al paso con un desmentido o una contracampaña previamente diseñada. Ni a Maquievelo se le hubiera ocurrido.
 

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