Opinión

Viaje a Lisboa

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez ha viajado a Lisboa para entrevistarse con su homólogo portugués António Costa, a la sazón primer ministro del país vecino tras haber alcanzado un pacto con otros dos partidos situados a su izquierda, el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués, su enemigo irreconciliable, después de que otros dos partidos conservadores no lograran la mayoría absoluta para formar un gobierno estable y cayera a las primeras de cambio –once días- por una moción de censura.
 El viaje de Pedro Sánchez ha tenido un contenido simbólico, dirigido a su partido para señalarles a sus críticos que todavía está en disposición de intentar su investidura como jefe del Ejecutivo mediante un pacto con partidos de izquierda, a pesar  de que hoy por hoy es de todo punto imposible, porque las líneas rojas establecidas por el Comité Federal socialista respecto a la renuncia por parte de Podemos al derecho de autodeterminación siguen vigentes y, embarcados en la negociación de la Mesa del Congreso, la formación del Gobierno queda pendiente de la iniciativa de Mariano Rajoy.
A pesar de que en los últimos días ha aflojado la presión sobre Pedro Sánchez para que convoque el congreso del partido, en el que es muy probable que perdiera la secretaria general, el líder socialista no deja demarcar territorio a medio camino entre la temeridad y la inconsciencia, aunque la resolución de la crisis catalana mediante la convocatoria de nuevas elecciones puede venir en su apoyo y más aún la dificultad de Rajoy para lograr la investidura. No porque pueda emular a António Costa y encabezar un gobierno de izquierdas sino porque a sus oponentes internos no les va a dar tiempo a poner en marcha un plan b.       
El primer ministro portugués le habrá contado las dificultades que tiene desde el primer momento para armonizar sus propuesta con las de sus socios, que ya han atravesado su primera crisis por la operación de rescate del banco Banif, vendido al Santander, y que fue posible por los votos del Partido Social Demócrata del ex primer ministro conservador descabalgado, Pedro Passos Coelho. Unos acontecimientos que sin duda también habrán puesto en guardia a los dirigentes de Podemos sobre la forma de reaccionar de un partido de la “vieja política” cuando se ve en la tesitura de cumplir los mandatos de la troika y asegurar la confianza de los mercados, aunque también es cierto que el gobierno de izquierdas ha encontrado margen para subir las pensiones y el Salario Mínimo Interprofesional y bajar algunos impuestos. Pero en Portugal no hay un problema territorial que lo enmaraña todo.  
Es decir, un hipotético gobierno de izquierdas no sería ni mucho menos un camino de rosa para los socialistas. También algunos de los barones del PSOE, curiosamente algunos de los que gobiernan gracias a Podemos- le habrán advertido ya de esa circunstancia, pero el ejemplo portugués demuestra que hay vida más allá de la gran coalición y que de la misma manera que se consideran como algo normal las coaliciones de partidos de derechas –como la que gobernó Portugal- también se pueden explorar las coaliciones de izquierda, siempre que no se pongan en cuestión los principios constitucionales de unidad nacional y soberanía.

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