Opinión

La sombra de Rubalcaba

Al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, le llueven las críticas desde afuera mientras que desde el interior de su partido se generan dudas interesadas acerca de su liderazgo.  Que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy eche de menos a Alfredo Pérez Rubalcaba, el anterior líder de los socialistas españoles tiene su lógica. Ayer se lo volvió a repetir a Sánchez en la sesión de control al Gobierno y lo sostiene en conversaciones privadas. A Rubalcaba le ganó las elecciones generales que le valieron la mayoría absoluta y aunque entre los dos perdieron cinco millones de votos en las europeas, el PP volvió a ser el primer partido y forzó su retirada y con ello el proceso de renovación del PSOE.  
O sea, que no es solo que Rubalcaba tuviera una de esas cabezas en las que cabía el Estado y que tenía capacidad para llegar a acuerdos en asuntos vertebrales del país, que es lo que da a entender Rajoy cuando lo compara con Sánchez, sino que era un adversario al que le tenía cogida la medida, porque después de más de treinta años en la primera línea de la política tenía pies de barro en algunas de las cuestiones que son centrales en la política de oposición y de gobierno del PP, la política antiterrorista –lo que dijeron de Rubalcaba por el ‘caso Faisán-, la política educativa –la LOGSE fue suya-, su carácter conspirativo… Por tanto no es de extrañar que Rajoy eche de menos a Rubalcaba con el que encontraba sintonía para hacer frente a algunos de los desafíos más importantes –la cuestión catalana- y con el que mantenía relaciones fluidas fuera del Congreso y al que luego convertía en el pim pam pum de sus críticas.
Sus consejeros le habrán dicho a Rajoy que es una buena táctica contraponer la solidez de Rubalcaba a la liviandad de Pedro Sánchez, pero verter elogios sobre quien llevó al PSOE a las más bajas cotas electorales no parece que vaya a conmover ni a mover a los votantes socialistas dispuestos a volver a las urnas.  Por el contrario, es lógico que el presidente del Gobierno trate de minusvalorar la figura del nuevo líder socialista que en las encuestas tiene mejor valoración que él, y que ha llevado al PSOE, en algunas, a superar en intención de voto al PP.
Por ese motivo hace hincapié en sus “ocurrencias y frivolidades” o en su falta de tino y que tienen trascendencia relativa, porque en aquellas que han sido producto de su bisoñez ha rectificado inmediatamente y menor que las decisiones que acaban impresas en el Boletín Oficial del Estado, bien en forma de rectificación del programa electoral, bien como  leyes que se han aprobado exclusivamente con la mayoría absoluta del PP como es el caso de la nueva ley de seguridad ciudadana.
Pero lo que ahora son todo críticas quizá mañana se conviertan halagos si la política vuelve a hacer extraños compañeros de cama, posibilidad apuntada por la ‘número dos’ del PP y por algún santón socialista y negada de plano por Pedro Sánchez, quien además coloca a Mariano Rajoy ante el espejo de la renovación que han practicado otros partidos e instituciones del Estado. Con Rubalcaba al frente del PSOE no surgiría ningún rumor sobre el liderazgo en el PP. Y a Pedro Sánchez más que la sombra de su antecesor que quiere proyectar sobre él Rajoy le debe preocupar más que no participe en ninguna corriente subterránea.  

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