Opinión

Rajoy al ataque

La elección de un determinado escenario para lanzar un discurso es tan importante como lo que se va a decir en él. Si en lugar de un auditorio de grandes empresarios asistentes a una cumbre sobre la internacionalización de los mercados hubiera elegido una reunión con representantes de los trabajadores, Mariano Rajoy no habría podido decir que la crisis económica es ya “historia del pasado”, al hacer balance de sus tres años de gobierno.
Quizá ya ha olvidado que él mismo ha reconocido en muchas ocasiones que no puede dar por superada la crisis mientras exista la cifra desorbitada de parados que registran las estadísticas de empleo de nuestro país. “No me daré por satisfecho hasta que el paro no comience a disminuir con fuerza”, dijo en el último debate sobre el estado de la Nación. Pero la EPA del tercer trimestre dice que en España está sin trabajo el 23,7% de la población activa y las previsiones del Gobierno son que al final de la legislatura, para 2015, el paro se sitúe por debajo del 22,5% que se encontró al llegar a La Moncloa. Es decir, habrá sido una legislatura perdida para el empleo.
Se habrá salido de la crisis, sí y como es lógico por una confluencia de factores algunos de los cuales se escapan a las decisiones del Ejecutivo, pero el coste ha sido tan elevado para la ciudadanía que ha perdido bienes y servicios y calidad de vida que hablar de la crisis en pasado parece una broma de mal gusto. El crecimiento económico, en torno al 1,5%, permite la creación de empleo a unas tasas tan pobres que se tardará más de una década en recuperar el nivel previo a 2008.   
Las referencias de Rajoy al fin de la crisis suenan como los ‘brotes verdes’ de su antecesor. ¿Se puede sacar pecho cuando España tiene unos niveles de paro insoportables, cuando es el país en el que más han crecido las desigualdades, cuando se habla de conceptos que nunca antes se habían manejado como la pobreza infantil o la pobreza energética, cuando el empleo que se crea es de tan mala calidad que hay trabajadores pobres, cuando los salarios han sufrido una merma considerable y la CEOE sigue apostando por la moderación salarial como vía de mejorar la productividad y han laminado la negociación colectiva? Y aun así, a sus socios conservadores europeos lo que ha hecho les parece poco y presionan para que dé otra vuelta de tuerca a la reforma laboral y vigilan de cerca que no se desmande el déficit público, por si es preciso pedir más esfuerzos que Rajoy cumplirá si es preciso porque es un alumno aventajado en la aplicación de la austeridad.  
Ante el año electoral que se avecina Mariano Rajoy ha pasado al ataque armado con un argumento que vale para las reuniones con los mandatorios extranjeros después de haber eludido la intervención al estilo de otros países del sur de Europa, pero que pierde peso entre quienes van a votar el conjunto de su gestión y que según las encuestas no se muestran tan convencidos de su éxito porque sufren las consecuencias. El triunfalismo es mal consejero en política sobre todo cuando la microeconomía desmiente las magnitudes macroeconómicas y porque se ve que el presidente ha comenzado a jugar fuerte la única baza que cree que puede salvar a su partido de un mal resultado electoral, pero se encuentra con una ciudadanía descreída y cansada. 

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