Opinión

El menor repunte

El menor repunte del paro en un mes de enero desde que comenzó la crisis no debe ocultar que se han tenido que apuntar en la listas del SEPE otras 113.000 personas. Una subida del desempleo que le da un buen tajo a los buenos datos de los dos meses precedentes y que viene a poner sobre el tapete que una parte del crecimiento logrado en ese tiempo no se traduce en creación de empleo. Habrá que esperar a tasas de crecimiento sostenidas para que también la generación de puestos de trabajo encuentre estabilidad.

Si el crecimiento económico se basa en el consumo y se ha vivido la ficción de una mejora de la actividad económica por las fiestas navideñas, el souflé ya se ha deshinchado y los datos del paro desestacionalizado revelan que apenas cuatro mil personas han encontrado trabajo estable en el mes de enero, y aunque sea el sexto mes que esto ocurre de forma continuada desde 2007, es fácil hacer la división entre el número de parados existentes, 4,81 millones, y los centenares de años que, a este ritmo serían necesarios para rebajar significativamente el número de desempleados que no estuvieran afectados por el trabajo de temporada, sino media antes una reforma en profundidad del sistema productivo, que no se percibe en el horizonte a la vista de los sectores implicados en la recuperación económica. Ni tan siquiera el turístico que ha vivido un año inmejorable en cuanto a los extranjeros que nos han visitado se ha convertido en un gran filón de creación de empleo en términos interanuales, y enero ha dejado 25.000 parados más en hostelería y 36.000 en el comercio.

Si la subida del paro es preocupante, pese a que es más aleatoria porque la inscripción o no en las oficinas de empleo tiene una causalidad muy variada, lo es más la bajada del número de afiliados a la Seguridad Social, el verdadero termómetro de la situación del mercado laboral, y el dato es que hoy hay el mismo número de afiliados que hace doce años, 16,2 millones de trabajadores, con una perdida de 184.000 en el mes pasado y que daría para hablar del efecto benéfico para el crecimiento económico que a lo largo de los años de bonanza tuvo la llegada de inmigrantes, a los que ahora acompañan en su salida de España trabajadores y jóvenes españoles, muchos de los cuales han desistido de apuntarse a las listas del SEPE.

Los datos del Ministerio de Empleo no dejan lugar a dudas sobre la calidad del trabajo que se genera, con apenas un 8% de contrataciones fijas del 1,2 millones de contrataciones mensuales, mientras que los contratos formación y aprendizaje aunque tienen grandes crecimientos proporcionales apenas superan los 16.000 en un momento en el que sigue aumentando el paro entre los menores de 25 años. Es decir, como empiezan a señalar muchos expertos, se está en el camino de acabar con la dualidad en el mercado de trabajo pero por la vía de que todo el trabajo acabe siendo temporal y mal pagado con la excusa de favorecer la competitividad de la economía española.

Estos datos vienen complementados por los conocidos recientemente sobre la evolución de los salarios, que se han reducido un 10% de media en el pasado año, que significa que muchos trabajadores habrán sufrido una devaluación de sus percepciones muy superior a ese porcentaje en un ejercicio de solidaridad que en muchos casos han realizado los trabajadores para preservar puestos de trabajo, y que aumenta el número de trabajadores de carácter temporal que ven como su salario no les sirve para salir de la pobreza.

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