Opinión

Cuidado con las burbujas

El sector turístico está viviendo un nuevo boom que es preciso vigilar para que no acabe convirtiéndose en una nueva burbuja

En el proceso de ducha escocesa al que está sometida la ciudadanía con la secuencia de datos malos, datos buenos en materia de empleo, de la EPA al paro registrado, adobado con las buenas previsiones del Gobierno y las felicitaciones cautelosas de las instituciones europeas sobre una evolución económica favorable sin creación de empleo, destaca el hecho de que el sector turístico es el verdadero motor de la recuperación del empleo y al que es preciso atribuir buena parte de la mejora de las expectativas.  
Los datos de empleo y de afiliación a la Social del mes de abril así lo vienen a confirmar: los 70.000 nuevos cotizantes en hostelería suponen más del 50% de las nuevas altas al calor de la Semana Santa que este año ha registrado casi lleno en los establecimientos hoteleros gracias a la recuperación del turismo interior. Pero a nadie se le escapa que el empleo en el sector turístico es sustancialmente estacional y que los contratos que se firman son en su gran mayoría temporales, a tiempo parcial y de baja calidad. Es decir, que el empleo en hostelería ha venido a sustituir a la ocupación en la construcción con algunas características similares, como la baja formación que requiere –salvo excepciones- y el escaso valor añadido que aporta, pero con la diferencia sustancial de los menores sueldos.    

 
El sector turístico está viviendo un nuevo boom que es preciso vigilar y cuidar para que no acabe convirtiéndose en una nueva burbuja que pueda estallar en algún momento no muy lejano, puesto que se beneficia de la mala situación por la que atraviesan algunos de los competidores tradicionales de nuestro país a la hora de que los turistas elijan un destino seguro, y confortable. Y barato. Porque buena parte del éxito del destino España se basa en la bajada de precios para hacerlo más atractivo en los tradicionales mercados emisores, sustancialmente los países europeos que mejor han sorteado la crisis, pero aun así se trata de una actividad que es muy sensible a cualquier variación tanto en las economías nacionales como a la situación internacional.  


La llegada de turistas extranjeros a nuestro país se encuentra en niveles de récord –con las dudas sobre el gasto por persona-, y las perspectivas de cara a la temporada alta son inmejorables, pero harían bien las autoridades políticas y los empresarios del sector en no dormirse en los laureles y aprovechar las vacas gordas para desarrollar los planes de calidad y de diversificación necesarios para fidelizar a los turistas habituales o que se capten en los mercados emergentes, sabiendo que el turismo, a pesar de ser la principal industria nacional,  no es suficiente para una salida de la crisis sostenida y sostenible, porque España debe aspirar a algo más que a ser los camareros de Europa y un país de servicios que son los sectores que han concentrado la creación de empleo.


El Plan de Reactivación de la Economía y el Crecimiento para apoyar a la  industria –a falta de conocer su detalle y que no se convierta en otra Ley de Economía Sostenible- anunciado ayer por la vicepresidenta del Gobierno, que será aprobado en este mes, debe ser un complemento creíble al sol y playa con el que el Gobierno parece decantarse por las medidas de crecimiento tras el austericidio.

Te puede interesar