Opinión

Torra tiene que dejar la Generalitat ya

El periodista habla con mucha gente cada día. A veces, también con algún independentista catalán 'moderado'. Están, ellos también, hartos de Quim Torra, el fanático medio chiflado -sí, sé lo que digo- que está al frente de nada menos que la Generalitat de Catalunya. Leo que medio Govern está alarmado: Torra lleva las tesis 'indepes' a un callejón sin salida, bordeando lo penal, haciendo el ridículo con sus vacas y sus mariposas amarillas, como si de un juego de colegio se tratase. Esta situación, en la que el máximo representante del Estado en Cataluña es el peor enemigo del Estado, no puede continuar. Torra tiene que dejar la Generalitat ya. Y no lo digo yo: lo dicen muchos de quienes hace poco más de un año se sumaban con entusiasmo a la proclamación 'digital' de este mesiánico.
El Gobierno central ha comprendido hace tiempo, menos mal, que la alianza que forjó la actual estancia de Pedro Sánchez en La Moncloa nunca podrá repetirse. Sánchez, que probablemente ganará, lo dicen las encuestas, las elecciones, tiene que buscarse otros aliados, tal vez Ciudadanos. Porque las esperanzas más nobles -otras no lo eran tanto- de integrar en el sistema a los independentistas catalanes ya se han desvanecido.
Cuando esto escribo ignoro en qué parará la crisis de los lazos, pero sí constato el surrealismo que supone no poder llevar una prenda amarilla con normalidad por las calles catalanas. Nada, de hecho, es normal en las calles catalanas, contrastando con lo que ocurre en la mayor parte de las apacibles restantes comunidades españolas. Desde las que, sí es cierto, se mira con no poca preocupación y aprensión hacia el nordeste.
Que Puigdemont se sirva del Estado para `pagar` a su abogado, Cuevillas, convirtiéndole en candidato número uno por Gerona, o para resarcir con un puesto en el Senado al empresario que financió su huida, Matamala, es bastante indicativo de hasta dónde ha llegado la corrupta concepción de la política catalana. Que no digo yo que en el resto del país las cosas se hayan evidenciado mucho mejores, ni que la actuación de los muy divididos 'constitucionalistas' sea la más acertada y ejemplar; pero eso será objeto de alguna otra contribución a este 'diario de campaña' en el que cada día me resulta más angustioso ir desgranando una cotidianeidad que es como vivir en un 'yellow submarine'.
Desde luego, no sé cómo hay que hacerlo, pero es urgente sacar a Torra de ahí e instaurar un inevitable diálogo con otros sectores del independentismo (pienso, sí, en Oriol Junqueras) que entiendan -y lo entienden-- eso: que la negociación será dura para todos y que pueden avanzar en las reivindicaciones catalanas, sí. Pero que la independencia no es, ni será, posible. Claro que eso Torra, en su actual estado de cerrazón mental, ya ni puede entenderlo.

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