Opinión

Sosegaos, Albert Rivera

Sostengo, y espero tener razón, que de esta crisis en la que nos metieron nuestros políticos -encima, culpando a los votantes- en diciembre de 1975 no saldremos más que con un Gobierno de coalición de centro derecha o de centro izquierda. Ojalá pudiésemos decir que con una gran coalición, sueño imposible que, de haberse aplicado hace diez años, nos hubiese evitado muchos quebraderos de cabeza, el del secesionismo catalán incluido y, de paso, el surgimiento de algunos extremismos. Pero no pudo ser ese abrazo coyuntural, a la alemana, de todos los constitucionalistas. Así que conformémonos: centro-izquierda o centro-derecha.
Y, si hablamos de centro, de momento hablamos de Albert Rivera, pieza clave a la hora de las coaliciones futuras. Está el líder de Ciudadanos destinado a ser, como mínimo, vicepresidente del Gobierno futuro. Con Sánchez o con Casado, ya que no con Sánchez y con Casado, en un equipo regeneracionista. Pero, claro, para llegar a ello, convendría que Albert Rivera no se siguiese equivocando.
Lo del malhadado 'fichaje' de la segoviana Silvia Clemente, figura ya contestada en su ex partido, el PP, desde hacía algún tiempo, no ha sido solamente una precipitación indigna de un político avezado y de buena factura y un caso claro de oportunismo político: ha sido un ejemplo de mala información, de la que debería pedir cuentas a su secretario general, Villegas, y quizá a sí mismo. Pero no me parece el conflicto de las listas, que es casi natural en todo proceso preelectoral, el mayor dislate cometido por la formación naranja y por su líder indiscutido (aunque algunos quieren, me parece que inútilmente, verle enfrentado con Inés Arrimadas): su mayor error, a mi juicio, fue comprometerse a no pactar con el PSOE tras las elecciones para que Pedro Sánchez, el vencedor en todas las encuestas, pueda formar Gobierno.
Creo que ya hay sondeos que muestran con claridad que ese Gobierno de centro-izquierda (PSOE-Ciudadanos) es el preferido por los electores, seguido de otro de centro-derecha (PP-Ciudadanos). Los extremos se quedan fuera, pese al evidente auge de Vox, que no pasará, en el mejor de los casos para ellos, de ser la cuarta y, más probablemente, la quinta fuerza en presencia. Sería irresponsable que, atendiendo por esta vez (antes no lo hizo) a sus promesas, Albert Rivera cerrase el paso a la formación de un Gobierno, posibilitando la investidura de Sánchez, si es que los números surgidos del 28 de abril lo posibilitan. O la de Casado, claro, aunque no acabo de ver a Ciudadanos cómodo en un equipo en el que entrasen los extremistas de Vox. Si los españoles acaban culpándole de tener que repetir elecciones, allá por octubre, caso de que no se consiguiese investir con éxito a un candidato a La Moncloa, adiós Albert Rivera: serán, seremos, muchos los que le atribuyan la culpa, al menos parcial, de ese enorme fracaso colectivo.
Hablo con bastantes militantes, votantes y hasta con algún dirigente de la formación naranja: todos parecen asustados ante la deriva que el máximo líder está imprimiendo a este partido. Demasiadas prisas, que evidencian la debilidad de Ciudadanos en algunas autonomías; excesiva ceguera ante los horizontes rosados que ofrecían encuestas que ya no muestran los mismos resultados; mucha precipitación, no poca agitación. Y algo de tímido distanciamiento, que podría derivarse del feroz y lógico empeño de Rivera en proteger su vida privada.
Decía Felipe II a los visitantes nerviosos a los que recibía en audiencia: "sosegaos". Lo que ocurre es que la arrogancia con la que el 'rey sol' pronunciaba tales palabras servía a veces para confundir aún más a sus interlocutores. Pero sosiego es lo que debemos pedir ante esta campaña atípica, que, ay dolor, viene a centrarse ahora en que si lazos amarillos no o sí, en si habrá debates televisados con candidatos alojados en prisiones o en cuál será el futuro de un Legislativo cuya Cámara Baja va a tener más portavoces en contra del sistema que a favor de él, aunque la proporción de los escaños sea diferente. La responsabilidad presente y futura de Albert Rivera es, si cabe y precisamente por estar situado en el centro, aún mayor que la de los demás dirigentes candidatos a la presidencia del Ejecutivo. Sosegaos, por favor.

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