Opinión

Retirarse a tiempo (y no, no es De Gaulle)

Hizo este miércoles cincuenta años que un artículo periodístico provocó un cierto terremoto en la pétrea política española de entonces: "Retirarse a tiempo", era el título de este artículo, escrito por el catedrático Rafael Calvo Serer en el diario 'Madrid'. La censura del régimen franquista, en un alarde de celo, cerró el periódico, por entender que el autor escondía, tras el nombre de De Gaulle, a quien en teoría e refería esa retirada, el de Francisco Franco, caudillo y dictador de las Españas. Hoy, medio siglo después, convendría quizá recuperar aquel título y dejar muy claro que no, no nos referimos a De Gaulle. Ni, claro, a Franco, que ahí sigue bajo la losa en el Valle de los Caídos. Hay toda una vieja política que retirar del escenario de nuestro país. Pero, ay, la vieja política insiste en reiterar los esquemas agotados que paralizan la acción pública en España desde hace ya más de dos años.
Así, Mariano Rajoy dejó muy claro, en la sesión de control parlamentario de este miércoles, que no piensa dimitir, ni tampoco adentrarse por vericuetos no explorados, por mucho riesgo que exista de que la moción de censura cuyo debate se inicia este jueves triunfe y lo expulse de La Moncloa. ¿Debe Rajoy retirarse a tiempo? Y, en otro plano, ¿debería Pedro Sánchez retirar sus cerrados planteamientos ante la moción que él protagonizará en las próximas horas? ¿Deberían cambiar sus posturas actuales -sean las que sean, porque cambian casi cada minuto- los 'emergentes' Ciudadanos y Podemos? Aquí, nadie se baja del trolebús que pretende llevar a la poltrona. Bueno, al menos hay que reconocerle al president de la Generalitat, Quim Torra, que se ha apeado de la obcecación de pretender meter en su Govern a presos y fugados: eso le va a permitir que se retire la aplicación del artículo 155 en Cataluña y, por tanto, esta recupere su autonomía. Luego, ya veremos lo que pasa.
Retirarse a tiempo: sabia máxima en estos momentos. No, no es (solamente) Rajoy quien debe dar paso a ideas, postulados, iniciativas, nuevos; es que la política española sigue instalada en la provisionalidad y en la improvisación, y buena prueba de ello es la precariedad con la que se inicia esta moción de censura, que nadie sabe, a estas alturas, comenzando por los protagonistas, cómo va a acabar. Lo único que yo me atrevo, cuando esto escribo -aquí los comentarios se quedan viejos en horas-, a pronosticar es que la sesión va a consistir en un reparto de basura, un 'y tú, más corrupto', en un cruce de reproches a cuál más acerado y en nada de autocrítica ni de pensar en el futuro de los ciudadanos, que asistimos, sin voz ni, todavía, voto, al espectáculo.
Francamente, me da casi igual que la moción triunfe y nos coloque al señor Sánchez en La Moncloa, o que fracase y le dé una nueva prórroga al señor Rajoy en el palacete de la Cuesta de las Perdices. Ni uno, ni el otro, ni quienes apoyan al uno o al otro en este lance concreto, han mostrado que saben retirar a tiempo sus prejuicios, sus ambiciones ni sus mediocridades. Ni al chalet famoso han sabido renunciar algunos... Y, por cierto, recuerdo que el glorioso diario 'Madrid', que se atrevió a algo tan modesto como publicar el artículo de Calvo Serer, fue literalmente dinamitado. Al pobre periódico sí que lo retiraron de la circulación.

Te puede interesar