Opinión

Rajoy gana el segundo 'round', pero no por KO

Era fácil de prever: Rajoy ganaría la moción de censura presentada por Podemos, frente a alguien de la escasa talla de Irene Montero -una revelación como parlamentaria, sin embargo, lo mismo que el portavoz socialista Ábalos- y frente al a veces histriónico Pablo Iglesias, en el debate parlamentario que pretendía, y no logró, derrocar al presidente del Gobierno. No tenía rivales, aunque forzoso es reconocer que Pablo Iglesias tascó freno -excepto frente a Albert Rivera-, moderó impulsos, dulcificó algo -algo- el tono y dio un paso adelante hacia convertirse en la alternativa remota al PP. A expensas, y haciendo esta salvedad, claro está, de que habrá que esperar y ver si el PSOE sale de su congreso de este fin de semana reforzado con un programa de gobierno creíble, más o menos unificado y con un Pedro Sánchez alejado de sus viejas formas y recetas del 'no, no y no'.
Así que Rajoy ganó un segundo 'round', tras sacar adelante el primero, en un esfuerzo negociador muy notable. Me refiero, claro, a los Presupuestos para 2017. El sector conservador está casi consolidado para toda la Legislatura, porque ahora de lo que se trata es de ver cómo se configura la opción de la izquierda y hasta qué punto Ciudadanos será o no un aliado fiable, pero crítico, para el PP. Así que lo que le queda a Mariano Rajoy, que ya digo, venció en el debate, pero no entusiasmó, es ganar otros 'rounds' para superar definitivamente el combate que habrá de librar en las urnas, si es que concurre a ellas -que yo creo que no lo hará--, allá por finales de 2019.
El siguiente 'round' será la comparecencia de Rajoy, como testigo, ante el juez del 'caso Gürtel' a finales del mes próximo. ¿Sacará pecho el presidente, en lugar de esconderse? Saliendo al combate, incluso frente a alguien que en teoría aparecía como inicialmente tan frágil como Irene Montero, en el debate parlamentario, creo que acertó plenamente: venció a sus oponentes en el atril, porque es mejor parlamentario y conoce mejor, faltaría más, los datos. El plasma a Rajoy no le viene bien, contra lo que él parece creer. Y ante el juez siempre puede alegar -aunque en el PP lo hacen, vaya usted a saber por qué, insuficientemente- que ahora se ha cortado la corrupción política, que, bien es verdad, antaño floreció tanto en las sedes 'populares'.
Y, por fin, el cuarto 'round': el debate sobre los Presupuesto para 2018, que tendrá lugar en el Parlamento este otoño. Yo creo que Rajoy lo tiene atado y bien atado con los mismos escaños logrados para los PGE 2017. Ello le garantiza una Legislatura relativamente tranquila, aunque ya veremos, que en España lo previsible es siempre lo imprevisto.
El problema es que hay un combate paralelo. Sin reglas. Y se desarrolla en la plaza de Sant Jaume, donde el molt honorable president de la Generalitat de Catalunya tiene su sede. Y ese es un combate a un asalto único, que forzosamente Rajoy tendrá que ganar antes del mes de octubre. O sea, que este verano no podrá sestear ni en los caminos de piedra y agua pontevedreses ni en las finas arenas de Doñana: algo tendrá que hacer, aparte de advertir a los independentistas con la aplicación de la ley, que es un sonsonete que ya no basta.
Forzoso me es reconocer que Rajoy le está echando sentido común y calma a la carrera de obstáculos en que se ha convertido su mandato. Le respetan en Europa y en Iberoamérica y los casos de corrupción pretéritos, pero que hoy están en los tribunales, no parecen haberle hecho todo el daño que él mismo se temía. Sin embargo, me parece que pedir a Rajoy que sea un gran estadista sería algo poco realista: no lo es, ni, me parece, lo pretende. Ni es un reformista nato, porque sigue convencido de que lo que va bien no hay que cambiarlo; ese es su talón de Aquiles, mucho más que el de andar huyendo de 'los líos'. Y, sin embargo, ya ve usted, sigue ganando los debates parlamentarios, seguramente porque los otros contrincantes son bastante peores.

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