Opinión

Puigdemont, posible premio Nobel de la Paz. Palabra de honor

Dice la revista 'Time', basándose en una encuesta que alguien ha realizado, que entre los candidatos al Premio Nobel de la Paz que se falla este viernes están nada menos que Donald Trump, el norcoreano Kim Jong-un (junto a su colega surcoreano Moon Jae-in), el Papa Francisco... y Carles Puigdemont, en quien, por lo visto, concurre la circunstancia de ser presidente en el exilio de la Generalitat de Catalunya. Ya sé, ya sé, que esto no pasa de ser una anécdota, y que jamás las 'quinielas', aunque las haga la otrora reconocida 'Time', han acertado de pleno, porque a los señores del Nobel les gusta dar sorpresas que dejen descolocados a los quinielólogos y, de paso, acumular un poco más de desprestigio, porque recuerde usted algunas de las personas a las que últimamente se ha otorgado el antaño codiciado galardón.
Si traigo esta cuestión a este comentario es porque me alarma no la posibilidad de que le den el Nobel de la Paz al residente en ciudad tan guerrera como Waterloo: tanto usted como yo, como hasta el mismísimo Quim Torra, sabemos que en el señor Puigdemont, fugado, por cierto, que no exiliado, no concurren los méritos ni siquiera para un Nobel de Literatura, pese a la constancia de sus magníficas crónicas de fútbol de segunda división en el muy conocido en el mundo diario 'Los Sitios', de Gerona. Lo que me preocupa es que alguien, allá en los States, haya siquiera pensado en meter en el mismo saco al presidente de los Estados Unidos -aunque sea Trump, a quien dar el Nobel de la Paz sería aún peor que dárselo a Puigdemont-, al glorioso líder de la revolución proletaria norcoreana y al ex molt hororable, ex inquilino del Palau en la barcelonesa plaza de Sant Jaume.
Comento la patochada con un miembro del Gobierno con quien coincido en uno de estos desayunos multitudinarios en Madrid y me lanza un despectivo: "¿para qué pierdes el tiempo en estas cosas?". "Pues lo pierdo", le respondo, "porque los responsables de conducir la nación seguís sin daros cuenta, como les pasaba a los anteriores, de que 'ellos', los 'indepes', van ganando la batalla de la comunicación, de la notoriedad; ahora, la cuestión catalana ya ha entrado en las quinielas del 'Time', que hace un año ni sabía por dónde andaba Cataluña". Acabó, claro, dándome la razón, y ambos coincidimos en lo de siempre, o sea, en eso en lo que todos coincidían en tiempos de Rajoy, y, antes, en los de Zapatero y previamente en los de Aznar, sin olvidar los de Felipe González: el Gobierno comunica mal. A este le gana hasta Puigdemont, y con eso ya lo tengo todo dicho.
Mi apuesta, que es un 'wishful thinking', iría hacia el Papa Francisco, ese Bergoglio a quien, junto con otros estadistas del mundo mundial, ha escrito Torra, adjuntando copia de la carta que remitió a Pedro Sánchez en la que le ofrece un diálogo tramposo para hablar de las reglas de juego de un referéndum de autodeterminación imposible. Le ha enviado al Pontífice argentino una misiva ¡en inglés! pidiéndole comprensión para 'la causa de los catalanes'. No consta que nadie haya hecho mucho caso al hombre que tan inmerecidamente encarna hoy la presidencia de la Generalitat. Pero ya ve usted: sí se la he hecho el 'Time', y la mera difusión de esa especulación sobre los favoritos para el Nobel ya ha favorecido más a la loca causa independentista de lo que toda la 'marca España' ha hecho en años por lo contrario. ¿Qué estamos haciendo mal, ministro?

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