Opinión

Pedro Sánchez, el mal menor

Los Presupuestos que el Gobierno aprobó este viernes podrán ser mejores o peores para la economía de nación en un mundo que comienza una recesión; podrán ser más o menos realistas en sus previsiones de ingresos: todo depende del color del cristal, azul, rojo, naranja o morado con que se miren. Lo que sí es seguro es que el Consejo de Ministros abrió un nuevo hito en la enorme batalla política en la que se ha convertido todo el territorio español, cuya 'clase política', con perdón del término, ya solo piensa en una cosa: elecciones. Y de todo lo demás, incluyendo el 'juicio del siglo' que se nos echa encima, ya veremos.
Para una parte de España, incluyendo, seguramente a su pesar, a los 'indepes' catalanes, Pedro Sánchez es el mal menor. Bueno, para los 'indepes'... quizá con la excepción del president de la Generalitat, Quim Torra, cuyo fanatismo supera con mucho a su pragmatismo, si es que tal cosa se incluye en su diccionario de valores. Probablemente, ya no esté solamente enfrentado con Esquerra, con los presos, sobre todo con el principal de Lledoners, con su portavoz Artadi, sino acaso hasta con su mentor de Waterloo, del que parece que discrepa en lo tocante a su cerrazón en no aprobar los Presupuestos de Sánchez.
Porque los de ERC, parte del PDeCat, los JxSi, naturalmente los presos que se enfrentan a durísimas condenas en el juicio que comienza dentro de semanas, y puede que hasta el mismísimo fugado Puigdemont, saben, y van diciendo por ahí, que, tras el 'pacto de Andalucía', la posibilidad de que este acuerdo 'de las derechas' se extienda a otros ámbitos, incluyendo el Gobierno central tras unas elecciones generales, es grande. Y con un pacto entre Casado y Rivera, que no van a apearse del 155 a ultranza, más el, ejem, apoyo de Vox, la política de gran dureza para con muchos 'desviacionismos', comenzando por el territorial, está casi garantizada. Así que más vale lo malo conocido, que es Pedro Sánchez y su ya ni se sabe si aliado Pablo Iglesias, y que apuestan por una mayor flexibilidad en las relaciones con la siempre hosca Generalitat, que lo pésimo por conocer, que es ese Pablo Casado, al que en la Plaza de Sant Jaume acusan, con o probablemente sin razón, de involución creciente hasta en la selección de sus candidatos para Madrid. Así están las cosas, mientras la 'diplomacia subterránea' multiplica sus afanes en pro de un entendimiento, preparando una cada vez mas difusa nueva reunión entre Torra, que se nos marcha —escapa— a hacer las américas hasta el próximo día 19, y Sánchez, que esta semana se nos va a otra 'cumbre' europea, como, por otro lado, es su obligación.
Lo que ocurre es que, piensen lo que piensen en Cataluña, en el resto de España los sentimientos hacia Sánchez son encontrados. Las reacciones de casi todos a los Presupuestos —menos el PNV, que incide en lo de no pasar de Guatemala a Guatepeor— no pueden ser más hostiles. Incluyendo al portavoz accidental de Podemos, Pablo Echenique, cada día más protagonista en la formación morada ante la desaparición, por muy justificadas causas privadas, de Iglesias. Yo diría que, desde los nacionalismos y desde Podemos, no habrá enmiendas a la totalidad, pero sí muchas parciales, trabas, manifestaciones de descontento. Y no digamos ya sobre las reacciones de PP y Ciudadanos, para no hablar de Vox, una formación encantada de haberse conocido a la que todos ahora dan, damos, un protagonismo que hace dos meses no tenían. Así que ya digo: la batalla por los Presupuestos está servida, como si tuviésemos pocos frentes de contienda abiertos.
En todo caso las encuestas, para lo que valgan, de manera unánime indican hoy —hoy— que el PSOE ganaría esas elecciones generales. Perdiendo votos y escaños (más aún), y sin mayoría suficiente para gobernar, pero sería el partido más votado. Lo cual incide en la falta de autocrítica de Sánchez y su círculo más íntimo, donde están convencidos —como lo estuvo Rajoy hasta el día siguiente a su caída— de que ellos son la solución y los demás, la catástrofe. A partir de ahí, aventurar lo que va a ser este año 2019, que ha comenzado de manera tan trepidante, sería, simplemente, una irresponsabilidad. Hagan juego, que ha comenzado, si es que alguna vez no estuvo ahí, la larga, dura, loca, campaña electoral. Que ya digo, es lo único que parece contar para 'ellos'.

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