Opinión

Murcia y Marte no están tan lejos, al fin y al cabo

Acudía el ministro Montoro al Congreso de los Diputados para entregar los Presupuestos, que es cuestión trascendente, y, mientras, se desarrollaba el drama murciano, que es como un sainete que ningún marciano en sus cabales entendería del todo. ¿Para dimitir de esta manera, empujado finalmente por una filtración judicial, resistió numantinamente Pedro Antonio Sánchez, desgastándose él y desgastando a su partido? ¿Era verdaderamente necesario tal revuelo en aras de una lucha contra la corrupción cuyos parámetros pocos españoles, creo, han entendido? ¿Comprende usted del todo el papel jugado por socialistas, Ciudadanos, `populares` y, en último término, Podemos, que se dijo a sí mismo que a río revuelto ganancia de pescadores, o, lo que es lo mismo, nos vamos a poner aún más morados con la que han montado los del PSOE y C`s, con la colaboración inestimable de la tozudez del PP?
Pues no, yo no lo he comprendido del todo: han sobrado los cañones y han faltado las razones. Y el diálogo. Y el sentido común. Y la mesura.
Yo creo que para este viaje no eran precisas alforjas, ni amenazas de adelanto de elecciones -que, en el fondo, nadie quería..--, ni admoniciones de rupturas de pactos nacionales. Creo que las grandes formaciones han convertido el terreno murciano en un campo de pruebas, iba a decir de juegos. Sin mayor fundamento y con escasa razón, porque un imputado no debe ser obligado a dimitir, a menos que...
A menos que venga un juez y haga coincidir (in)oportunamente otro caso con el caso en litigio. Qué coincidencia temporal más rara 
¿Verdad? Y, claro, si usted le suma a lo del auditorio de Puerto Lumbreras, que ya tenía acogotado al atribulado señor Sánchez, unas súbitas gotas de Púnica, aunque sea en grado de tentativa... así no hay presidente autonómico que resista en su puesto. Cierto es que el señor Sánchez, don Pedro Antonio, ha mostrado ser un cándido que, encima, se creyó por encima del bien y del mal; muy otra cosa es que se haya metido un solo euro indebido en el bolsillo. Yo solo digo que, en cuanto a estadista, el señor Sánchez se encuentra en la parte tirando a baja del escalafón, y puede que solamente por eso debiese ser sustituido, y no por corrupto, que es algo que aún está, me parece, por demostrar.
Creo que de este caso tan vidrioso, tan polémico, aún ha de hablarse mucho en los cenáculos jurídicos de la capital. Y se multiplicarán preguntas como las que encabezaban este comentario: ¿es normal la intervención de un juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, solicitando ahora, cuando lo que se manejaba era el `caso Puerto Lumbreras`, una nueva imputación contra el ya ex presidente murciano porque intentó, pero no consumó, desviar fondos hacia una empresa que mejorase su imagen personal? ¿No estaremos abusando de la imputación y de la exigencia de responsabilidades anejas? La presunción de inocencia ¿bien gracias? Y el secreto del sumario judicial, ¿horriblemente, también gracias?
Entiéndaseme: desde luego que no defiendo a Pedro Antonio Sánchez, figura política sin duda mejorable; defiendo esa presunción de inocencia que a todos nos ampara mientras no se demuestre lo contrario, y en este caso aún queda por demostrar. Pero ya el señor Sánchez ha dejado de ser presidente en su tierra, y probablemente jamás volverá a serlo. Y sus inquisidores estarán convencidos -o quizá no...-- de haber realizado una eficaz lucha contra la corrupción. Y no: lo que han hecho ha sido armar un barullo de todos los diablos. Total, ¿para qué; ¿para desestabilizar la política murciana, para que cada cual muestre su fuerza en un alarde circense sobre el cuerpo inerte de Sánchez?. Yo hubiese dicho que este país necesita pactos de altura, globales, en cuestiones que empiezan a ser esenciales para el futuro, no jugar a los dardos con la cabeza de un tal Pedro Antonio Sánchez, muchas veces imputado pero, hasta ahora, jamás condenado.
Bien, ya cayó Sánchez, y posiblemente nada se haya aportado a la verdadera lucha contra la auténtica corrupción. Lo dicho: aterriza un marciano en tierras murcianas y se larga nuevamente en su platillo volador, sin entender nada de nada. Como usted o como yo.

Te puede interesar