Opinión

Mucho hablar de cambios, pero ¿y el Cambio?

Ignoro si el acuerdo entre el Partido Popular y Ciudadanos para el 'si' de estos últimos a la investidura de Mariano Rajoy se firmará este viernes o el fin de semana, que parece ahora, por increíble que se nos antoje, la gran controversia entre ambas partes. Pero doy por hecho que, con todas las bravatas que escuchamos, las amenazas veladas, los faroles musísticos y las descalificaciones soterradas entre los negociadores, el acuerdo se dará: han ido demasiado lejos como para ahora volver grupas y que de lo dicho, nada.
Entre otras cosas, porque existe una cierta esperanza ciudadana no en que la investidura del próximo martes vaya a salir adelante -el 'no' del PSOE, que es la clave, sigue siendo 'no'- , sino en que esa negociación abra puertas, aunque sea en una primera instancia, al Cambio. Si PP y C`s acuerdan una serie de reformas útiles para el avance del país, difícil será que lo que venga después suponga un retroceso. Incluyendo en ese `después` ulteriores negociaciones con el hasta ahora irreductible PSOE para que se avenga a abstenerse, allá por octubre, para permitir la investidura de Rajoy; todo lo contrario: al PSOE, para que empiece a pensárselo, habrá que ofrecerle más cambios, no menos. 
Si hablamos de desbloqueo de candidaturas, limitación de mandatos o determinadas formas de lucha contra la corrupción -donde se ha impuesto, menos mal, el realismo, en lugar del maximalismo-, ya no habrá marcha atrás, suceda lo que suceda, aunque lo que suceda sea, esperemos que no, nuevas elecciones. Si entre todos determinan la reforma del obsoleto Senado, la reforma de las administraciones, la regeneración de ciertos órganos de la Justicia, la disminución temporal de las campañas electorales, seguro que no habrá vuelta al pasado, que de momento es el presente.
Por eso, el acuerdo entre PP y Ciudadanos en la mayor parte de puntos regeneracionistas que sea posible resulta sustancial, aunque no vaya a servir para asegurar que Rajoy siga en La Moncloa. Quizá eso sea ya lo menos importante: acaso, entre los cambios futuros a proponer al PSOE para que desbloquee esta inaceptable situación y se abstenga, haya de incluir la propia figura de Rajoy, por muy injusto que parezca que tenga que ser el ganador quien más haya de ceder. Puede que llegue a no haber, acaso, otro remedio: ¡es la razón de Estado, estúpido!, que dirían los clásicos.
Lo malo es precisamente eso: que los cambios que parece que se debaten en la mesa negociadora de PP y Ciudadanos no constituyen el Cambio. Son, a mi juicio, insuficientes, tímidos, incompletos: solo de pasada se habla de reformas constitucionales -yo hablaría de la Reforma de la Constitución-, los cambios en la normativa electoral son mínimos* 
Y, desde luego, la presencia de Ciudadanos -y del PP- no va a resolver, por sí sola, el principal problema que tiene planteado España: el territorial. Cataluña, o el debate leguleyo sobre la candidatura de Otegi, son una buena muestra. Probablemente, los socialistas, incluidos en un futuro pacto de Legislatura, aunque sea como una parte de la oposición constructiva, como ha propuesto Albert Rivera, son esenciales para avanzar en la cohesión territorial y en el diálogo con los nacionalistas. 
Pero para eso, claro, los dirigentes del PSOE habrán de replantearse muchas posiciones hoy, al parecer, irreductibles. Y tengamos en cuenta, a la vista de los resultados electorales en Cataluña y País Vasco, que incluso Podemos puede resultar muy importante, en su momento, para mantener, bajo los moldes que se acuerden, la unidad del país. Algo, algo, tendremos que ceder todos, sin olvidar la legalidad desde luego (pero sin que esa sea siempre la 'maxima ratio'), para que la situación deje de ser tan indeseable, tan artificial, tan potencialmente explosiva, como sin duda lo es hoy. 
Me alegrará mucho, como digo, la conclusión del pacto entre las fuerzas del centro-derecha y el centro, que sin duda será bueno, pase luego lo que pase, para el avance del país. Lo único que lamento es la falta de ambición reformista que muestran algunas fuerzas, y, aunque reconozco que se han hecho algunos esfuerzos, me refiero en este caso a varios de los que tienen la máxima responsabilidad en el Partido Popular, con Rajoy a la cabeza. Estamos, en suma, perdiendo una oportunidad de oro para, entre todos, hacer un país más justo, más moderno, más racional, más honrado... y menos surrealista. Para consolidar una sola España, y no diecisiete, con incitaciones, para colmo, a la división ehtre 'derechas' e 'izquierdas'. Mucho hablar de cambios, pero el Cambio, con mayúscula, cada vez me parece que está más lejos. Sobre todo, de las cabezas de algunos de los que tendrían que propiciarlo.

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