Opinión

No, Sánchez no es Maduro; Podemos, ya tampoco

Considero claramente excesiva esa ola que se extiende culpando a Pedro Sánchez de 'no haber hecho nada' con el asunto de Venezuela, una crítica rematada con el reproche de que, cuando se ha hecho algo, por cierto con otros cuatro países de la UE, se ha hecho equivocadamente. Es verdad, yo mismo lo he subrayado varias veces, que aparentemente el Gobierno español ni se enteró del desafío de Guaidó a Maduro. Ni reaccionó con el liderazgo europeo que para temas iberoamericanos sería deseable.
Pero me parece un dislate culpar al presidente del Gobierno español de haber errado también el rumbo al exigir, junto con Francia, Alemania y Gran Bretaña, entre otras potencias europeas, que el mandatario venezolano convoque elecciones en los próximos ocho días y, si no, todos esos países de la UE reconocerán la legitimidad de Juan Guaidó, rompiendo con Maduro. En principio, y tras no haber actuado con presteza -anda Sánchez demasiado ocupado con otras cuestiones, quizá no todas tan importantes como lo que está ocurriendo en un país hermano como Venezuela—, hay que reconocer al Gobierno español una dosis de prudencia y pragmatismo, alineándose con las principales potencias de nuestro entorno.
Ya sé que pedir a Maduro que convoque elecciones es algo semejante a reconocer su legitimidad para hacerlo, lo cual es, al menos, discutible. Pero ¿qué otra cosa se podría haber hecho? ¿Invadir Caracas? ¿Abandonar toda ayuda a la población?. Aunque a veces no lo parezca, y esta vez no lo ha parecido, la diplomacia española conoce bien la situación global en Latinoamérica y la particular en cada uno de los países del subcontinente. Y sabe que al menos medio país, el de las `camisas rojas`, sigue apoyando al tirano Maduro, por incomprensible que parezca. Y que, desde luego, la cúpula militar, esos militarotes que se dejan fotografiar evocando a otros regímenes militares del pasado en otras naciones sudamericanas, no parece dispuesta a mover la silla al heredero de Chávez. Por ahora, y a la espera de lo que hagan los capitanes y los sargentos, claro.
Yo creo que el fin de los días políticos de Maduro no ha de estar muy lejano, y así lo piensan bastantes relevantes ciudadanos venezolanos y observadores en aquel país con los que he podido contactar. Pero no será la Unión Europea, ni posiblemente tampoco Trump, quien escriba el último renglón de la triste historia de los bolivarianos. No nos equivoquemos: no hagamos oposición a Pedro Sánchez utilizando también a Maduro como ingrediente, como si faltaran motivos para discrepar de lo que el Gobierno central español está haciendo en otros muchos órdenes.
No, Sánchez no es Maduro. Ni, ahora al menos, Podemos tampoco. Me ha gustado, desde luego, leer esa autocrítica de Errejón arrepintiéndose de muchos errores del pasado en este terreno. Y valoro el silencio, no tan valiente como el de Errejón, pero silencio al fin, de los líderes 'oficiales' de la formación morada.
Creo que Sánchez, antes de emitir el comunicado del pasado sábado anunciando la posición española sobre Venezuela, debería haberlo consultado con la oposición, y no me consta que lo haya hecho. De la misma manera que los partidos de oposición deberían procurar mantener aquel viejo, buen consenso en política exterior que ha sido siempre la base del buen funcionamiento de un Estado. Tanto en esta materia como en otras, en las que tampoco existen ni siquiera contactos entre la formación que gobierna y las que se oponen a ese gobierno. Pena.

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