Opinión

Hablar de ETA, o de Otegi, o de Carter, es un anacronismo

A Arnaldo Otegi, como a la ETA en desbandada, les cupo este sábado quizá su último cuarto de hora de protagonismo. A partir de este momento, Otegi, que ya ha pagado en la cárcel sus deudas con la sociedad, y la banda de asesinos en la que militó, pasan a formar parte de la historia de la infamia, o del recuento de nuestras pesadillas durante demasiados años. Y uno, que ha convivido décadas con esa pesadilla, no puede sino alegrarse de que, con escenificación en Bayona o no -que ha sido que sí-, con la anuencia protagonista de Urkullu o no -que también ha sido sí-, con Otegi ante algunos micrófonos o no -que sí, ya digo-, el horror de ETA haya dado su penúltimo paso hacia la rendición total, hacia la desaparición. Y eso, a mí al menos me interesa mucho más que el hecho de que pidan o no perdón -que más bien no_ o que realicen luego una ceremonia de autoliquidación -que quién sabe si lo harán... los que quedan fuera de las cárceles-.
Creo, en suma, que lo ocurrido este sábado en Bayona, por muy doloroso que les resulte a las víctimas y a quienes no lo fueron, no lo fuimos, tanto, es una buena noticia. Que de ninguna manera debería dividir a la sociedad. Lo que ocurre es que los españoles, comenzando por vascos, catalanes y otros irredentos de los nacionalismos y los localismos, estamos siempre dispuestos a dividirnos por un quítame allá esas pajas, izquierdas y derechas, como decía Pedro Sánchez, norte y sur, este y oeste, jóvenes y no tanto. Y en este paisaje cainita se incluyen las buenas noticias, como el desarme etarra. O los Presupuestos, los partidos de futbol y los viajes `secretos` de Puigdemont para verse con una momia como Jimmy Carter, que del problema catalán debe entender tanto como yo del cultivo de cacahuetes, que es lo que el ex presidente hace ahora.
Y sí, seguro que el desarme formal de la banda tiene alguna contrapartida no solo económica, como quizá podría ser el acercamiento de presos a Euskadi. Ya digo: a mí eso me importa poco a estas alturas. Como que Otegi aparezca en la ETB. Yo mismo intenté contactar con él para que me contase cosas para un libro sobre las negociaciones entre el Gobierno Zapatero y los terroristas; no me debieron considerar de la suficiente `confianza`, porque ni siquiera respondieron a mi solicitud. Bah, cosas del pasado: Otegi no será nunca, y mira que lo intentó, Mandela. Y lo que ha de importarnos es el futuro, más que el recuento de pesadillas o las efemérides de hace cuarenta años, en alguna de las cuales tan atareados estamos estos días.
El caso es, hablando de estos días, que estamos ya a un tris del debate presupuestario para 2017, preludio de lo que será el del 2018; andan Rajoy y sus emisarios negociando a toda vela, calladamente, para evitar tener que disolver anticipadamente las cámaras e ir a elecciones generales el año próximo. Y algo se mueve, también en los subterráneos, acerca del problema secesionista catalán, además de Puigdemont embarcándose en aviones secretos para irse a ver a Carter, que también es el pasado más pasado, manda carallo. No perdamos el tiempo tirándonos, enemigos de ETA contra enemigos de ETA, comunicados a la cabeza ni, si puede ser, tirándonos la historia, con minúscula, a la cabeza: nos queda mucho por hacer. Pongámonos a ello.

Te puede interesar