Opinión

El 'terremoto Borrell'

Vaya por delante que tengo a Josep Borrell por persona cabal y capaz, con una honradez que seguramente le hará tirar la toalla por haber sido multado por una venta de acciones que significa un tema menor en medio del caos. Tiene la mandíbula de cristal y ya dimitió en una ocasión porque dos ex colaboradores suyos se vieron implicados en un oscuro asunto en el que él, Borrell, nada tenía que ver. Se crispa ante la provocación, y provocación es, al fin, que el único amigo político que le queda a Pedro Sánchez fuera del PSOE, es decir Pablo Iglesias, pida la dimisión del ministro de Asuntos Exteriores por la sanción de la CNMV.
Dimisión, ya digo, nada menos que del ministro de Exteriores, en pleno 'caso Brexit', en vísperas de las elecciones andaluzas, en plena crisis política que se arrastra ya desde diciembre de 2015, es decir, hace tres años ya. Supongo que Pedro Sánchez tratará de hacer lo mismo que ha hecho con la ministra de Justicia, cuya dimisión -o cese- también había sido pedida por Pablo Iglesias: nada. Aguantar. Y forzar al moralmente apaleado a aguantar. Pero yo sé que Sánchez sabe que todos sabemos que ni Dolores Delgado ni, ya, Borrell, serán jamás los mismos ministros que eran. Lo cual, en el caso del jefe de la diplomacia, resulta catastrófico en estos momentos, una vez que lo del Departamento de Justicia ya ha explotado en casi todo lo que tenía que explotar, a falta, eso sí, de que se inicie el 'juicio del siglo'. Que no comenzará, casi seguro, con doña Dolores ocupando el caserón de San Bernardo donde se asienta su Ministerio.
He insistido varias veces en la necesidad, cada día más imperiosa, de que, ya que no convoca elecciones de inmediato, Sánchez haga, al menos, una crisis de Gobierno de cierta relevancia. Incluso apunté hace dos semanas a Borrell, a quien parece que el presidente quisiera situar a la cabeza de la candidatura europea del PSOE, quién sabe si para, luego, intentar convertirle en comisario europeo. Podría Sánchez aprovechar la ocasión y mover algunas fichas más.
Creo que Borrell es un valor en el Consejo de Ministros, aunque, como a todos nos ocurre, él se valore más de lo que fuera de su entorno le valoran. Pero es de lo mejor que tenemos en el Gobierno y será una lástima perderle, si es que, en efecto, los dardos envenenados, que son mucho peor que un escupitajo, producen su efecto y decide marcharse por mucho que Sánchez le ruegue lo contrario. Y eso, claro, ocurra lo que ocurra con el PSOE andaluz el domingo, va a ser otro factor que debe inducir al presidente del Gobierno a acabar de una vez por todas con esta situación de perpetua interinidad, valga la aparente contradicción, y disolver las Cámaras legislativas antes de un mes. Sinceramente, ya no sé a qué está esperando.

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