Opinión

El paripé

Dicen los especialistas en estas cosas que las operaciones de comunicación, para ser eficaces, jamás deben notarse. "Si se ven las costuras, todo parece un paripé y tiene efectos negativos", dice un amigo, presidente de una importante agencia de imagen. Eso es lo que me pareció esta vez la fiesta del 2 de Mayo, que en la Comunidad de Madrid conmemora aquella gesta antinapoleónica de 1808, hace doscientos diez años exactamente.
Con Soraya Sáenz de Santamaría intentado escenificar, sin lograrlo, la ceremonia de la reconciliación, o de la 'conllevanza pacífica' con la ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, que apareció inesperadamente en el desfile; con el presidente en funciones de la Comunidad, Angel Garrido, valladar situado entre las dos 'miembras' Del Gobierno central, tratando de obviar cualquier cita, en su gélido discurso oficial, a su antecesora, Cristina Cifuentes; con los escasos altos representantes del PP tratando patentemente de poner al mal tiempo buena cara -las encuestas aparecidas en los últimos días no incitan precisamente a la esperanza-... Fue, en fin, un acto demasiado protocolario, vacío, artificial, triste, y para colmo destrozado formalmente por grupos de mujeres que protestaban, incluso abucheando ruidosamente al himno nacional, contra la sentencia a los integrantes de 'la manada'.
Un desastre, a mi modo de ver, que debería haberse obviado. Nadie se atrevió, tras el escándalo Cifuentes, a suprimir los `solemnes actos`, de contenido militar, de la fiesta de la Comunidad madrileña. Nadie previó, por lo visto, que los titulares de los periódicos recordarían que a la recepción de la Casa de Correos no asistiría ninguno de los anteriores presidentes de la CAM pertenecientes al PP: ni, desde luego, Cifuentes, ni Gallardón, ni -menos aún- Ignacio González, ni Esperanza Aguirre... Aquello era un recordatorio de los desmanes, durante más de quince años,de los dirigentes `populares` en la Comunidad, que ha sido, me comentó un socialista, quizá olvidando algún episodio propio, "el puerto de Arrebatacapas".
Y así va la política no solo madrileña, sino la española en general: de paripé en paripé, de sarao falso en sarao falso, para ganancia y aprovechamiento de canaperos, aplaudidores y desocupados, y para desgracia de la imagen -vuelvo a la palabra con la que comenzaba- de eso que ha dado en llamarse la clase política. Hasta la próxima, a ver si aún logramos superar el bochorno de este año, del que quien suscribe, que ha procurado asistir cada año a esta ceremonia, salió, lo confieso, literalmente harto ante tanto, he de repetirlo, paripé.

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