Opinión

Vuelve la guerra fría

En términos históricos Alemania ha sido perdonada por la carnicería que destruyó millones de vidas durante la II Guerra Mundial. Para Rusia, sin cuyo sacrificio (veinte millones de víctimas a manos de los nazis), quizá no habría sido posible la victoria de los Aliados sobre Hitler, parece que no ha llegado el perdón.


Se puede entender desde la perspectiva de los países del Este cuyas poblaciones padecieron gobiernos comunistas tributarios de Moscú y que en razón de tan ominosa memoria son reticentes a las políticas actuales de Moscú. Es un reflejo que sigue identificando a Rusia con la extinta Unión Soviética.
Dónde la lógica histórica se resiente es cuando esa reticencia hacia la política rusa se constata en los países Occidentales que no padecieron las tiranías comunistas. Es la reticencia que empujó a juzgar la crisis de Ucrania de manera unilateral, a favor del movimiento que mediante un golpe de Estado liquidó a un Gobierno elegido democraticamente.


Reticencia que se mantiene y actualiza en escenarios tan recientes como la cumbre del G-20 en Hamburgo. Donald Trump y Vladímir Putin acuerdan un alto el fuego en Siria -reconociendo así que EE.UU. y Rusia son actores principales que quizá habrían podido parar hace mucho tiempo la guerra civil que ha devastado a aquél país- y, ¿cómo se recibe en determinados medios el acuerdo? Con reticencias.


Deslizando la idea de que Putin aprovecha la inexperiencia en política internacional de Trump para colarle un gol: la continuidad de Bashar al Asad. De ser así sería un cambio en la política que Washington mantiene respecto del régimen de Damasco desde los tiempos de la Administración Obama.
No se pude descartar que ése haya sido el propósito de Putin visto que Rusia tiene en Latakia una base militar permanente y es socio estratégico del Gobierno sirio y su principal apoyo internacional. Como lo son los Estados Unidos de Arabia Saudí, una dictadura comparable a la de Siria que como se sabe está implicada directamente en la guerra apoyando a varias de las facciones rebeldes al Gobierno sirio. Hay dos varas de medir. Sí la aviación rusa bombardea objetivos en Siria la prensa occidental informa con detalle del número de víctimas y demás efectos del ataque. Es lo correcto. Pero no vemos reflejado con la misma precisión el parte de bajas cuando el ataque se lleva a cabo desde alguno de los navíos de guerra norteamericanos que navegan por el Mediterráneo oriental. No sé. Quizá estemos asistiendo a un "revival" a pequeña escala de la Guerra Fría.

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