Opinión

Una cloaca

La sentencia del "caso Palau" lo deja muy claro. La Cataluña oficial era un oasis asentado sobre una cloaca. No era "España quien les robaba", los ladrones eran ellos. A la verdad publicada se suma ahora la verdad judicial. Durante al menos una década, Convergencia, el partido creado por Jordi Pujol se financió de manera corrupta.
La mordida por adjudicar obra pública desde la Generalitat no era del 3% -como señaló en su día el entonces presidente Pasqual Maragall-, hoy sabemos que fue del 4%. Una coima indecente para la caja de un partido cuyo tesorero Daniel Osacar ha sido condenado a cuatro años de cárcel y a cuyos dirigentes tuvimos que soportar durante años reiterando sermones morales. Una indecencia. Y, de paso, una cobardía, porque Artur Mas y el mencionado Jordi Pujol, los jefes del partido cuando acontecieron los hechos probados en la sentencia, han dejado tirado al tesorero. Artur Mas dimitió la semana pasada como presidente del PdCat, la franquicia con la que para disimular habían rebautizado a CDC, el partido de las sedes embargadas. Más, que en sus días de gloria al frente de la Generalitat presumía de astucia, ha dado la medida de su coraje. Cero. Se ha librado de la quema pero no del oprobio que se deriva del aserto nuclear de la sentencia: recibían cantidades de dinero a cambio de contratas de obra pública. Con ése dinero Pujol, Mas y los suyos pagaban los gastos de la maquinaria del partido: es decir, que jugaban con ventaja respecto de los otros partidos. Y así, durante años. Por cierto que el tiempo ha jugado un papel importante en este caso. Merced al tiempo transcurrido, ocho años desde que los Mossos d`Esquadra entraron en la sede del Palau de la Música de Cataluña buscando documentación relacionada con el expolio de esta institución utilizada como tapadera, han quedado fuera del proceso los dos directivos de Ferrovial imputados en las fase inicial. Sus presuntos delitos habrían prescrito.
Los corruptores se van de rositas al igual que los políticos. Mal ejemplo que, entre otras consecuencias, aclara por qué en los últimos sondeos del CIS los españoles señalan a los partidos políticos como el segundo motivo de preocupación, siendo el primero el paro. No es un problema menor. La corrupción pudre la confianza en las instituciones y esa desconfianza es el caldo de cultivo en el que fermentan los movimientos populistas. El lunes conocimos en Barcelona la sentencia del Palau, y esta semana se abría en Valencia juicio oral a varios dirigentes del PP acusados en otro asunto de corrupción. Una trama del "caso Gürtel". También huele mal.

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