Opinión

Tormenta perfecta

Ya sabíamos que la vida es lo que pasa mientras hacemos planes. También en la política. Quien tenga dudas que hable con Mariano Rajoy que estaba a punto de viajar a Kiev para ver como el Real Madrid ganaba otra copa de Europa cuando en eso madrugó Pedro Sánchez y le presentó una moción de censura.
Ni siquiera le dio tiempo a brindar por el éxito que había conseguido la víspera al aprobar los Presupuestos. Quien pasaba por ser un maestro en el manejo de los tiempos se consideró burlado por un Sánchez con el que tres días antes se había tomado un café en La Moncloa hablando de si procedía o no prorrogar el 155 en Cataluña a la vista de los planes anunciados por Quim Torra. Rajoy le despidió como socio en el bloque constitucionalista y cuando se quiso dar cuenta se lo encontró contando diputados para ver si le salían las cuentas de la moción para desalojarle de la Presidencia. 
Se dice por Madrid que Rajoy tardó en asimilar el cambio y de ahí el tono acre de la declaración del pasado viernes en la que estigmatizaba a Sánchez anticipando el repertorio de la munición dialéctica que ya están utilizando otros dirigentes del PP para demonizar al líder socialista señalando que es la ambición y no el deseo de combatir la corrupción lo que le ha llevado a dar un paso tan trascendental como lo es la presentación de una moción de censura. Agregando, de paso, que sólo podría triunfar con el apoyo de los separatistas, los mismos que quieren romper España. Ahora en el PP todo está orientado a desacreditar la moción. Ningún paso han dado para analizar su responsabilidad en los numerosos casos de corrupción que con tanta frecuencia convierten la crónica de tribunales en crónica política.
Se ha dicho y con razón que con Mariano Rajoy al volante, en la cúpula del partido padecen el síndrome del lavacoches. Viven en una burbuja. Como quien lleva a lavar el coche, cierra las puertas, pone música y no se entera de nada de lo que está pasando fuera. Arrastrado por el sistema, el vehículo sale limpio, pero fuera sigue diluviando. Sin atreverse a manifestarlo en público hay dirigentes del PP que dicen que el problema es Rajoy. Sienten, sobre todo algunos de los barones territoriales que no estaba en el poder cuando se aceptaron en Génova 13 las andanzas de Francisco Correa, que van a pagar por lo que no es suyo. Ninguna solución les parece buena, pero alguno opina que aunque no prospere la moción de censura del PSOE , Mariano Rajoy debería convocar elecciones anunciando que no será el candidato del partido. Confían en que para entonces haya amainado algo la tormenta. Ya veremos.

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