Opinión

Ridículo presidencial

Los hechos son tenaces. A la vista de lo publicado por El Diario.es sobre las irregularidades detectadas en el proceso de obtención de un máster impartido en la Universidad Rey Juan Carlos por la entonces diputada socialista y después ministra de Sanidad, que Carmen Montón presentara la dimisión solo era una cuestión de tiempo. Lo de menos era que el presidente del Gobierno en apresurado gesto de apoyo hubiera dicho que "estaba haciendo un gran trabajo y que lo iba a seguir haciendo". De ahí que al escándalo, se une ahora la torpeza de un aval presidencial que deviene en ridículo político.
Las notas obtenidas por Carmen Montón fueron manipuladas meses después de terminar el máster. La asignatura que de no presentada mutó a aprobado seguía pesando como una losa y lastraba cualquier explicación plausible antes de que se viera obligada a renunciar al descubrir La Sexta que, además, había plagiado su TFM. A nadie le dan un título en semejantes circunstancias salvo en el chiringuito que tenía montado en la Universidad Rey Juan Carlos el profesor Enrique Álvarez Conde, hoy asiduo visitante del juzgado que le investiga por otros casos de parecida naturaleza. El más señalado el que protagonizó meses atrás la entonces presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes. También está bajo la lupa judicial el de Pablo Casado, cabeza hoy del PP.
En términos de irregularidad son varias las coincidencias del caso del máster de la ya ex ministra Carmen Montón con el del escándalo que acabó con la carrera política de Cristina Cifuentes. Misma Universidad, mismo instituto, parecidas y sospechosas manipulaciones del acta de las notas y TFM fantasma o plagiado. No son de la misma naturaleza en el caso del máster de Pablo Casado, realizado también en el citado centro universitario y que también está siendo investigado por una juez madrileña.
Una aproximación a estos y otros casos induce a pensar que el mencionado instituto universitario -hoy sometido a una investigación interna por la dirección de la propia Universidad- era un negocio montado por el citado profesor. Muy lucrativo. Un negocio basado en la obtención de influencias apoyándose en una trama organizada para halagar a determinados personajes del mundo de la política desde el conocimiento de que la humana vanidad empuja a algunas personas a enjoyar sus currículos.
A presumir de títulos. En muchos casos de contenido tan irrelevante como rimbombante. ¿En qué puede consistir un "Máster en Estudios interdisciplinares de Género"? Humo envuelto en terminología de moda. Lenguaje de madera. Salvo el PP, cuyos portavoces están calladitos, el resto de grupos: Podemos, Ciudadanos y otros habían pedido la dimisión o que la ministra compareciera en el Congreso para explicar el asunto. Por debajo de las declaraciones oficiales, en el PSOE, las voces de fondo, decían que la señora Montón estaba perjudicando al partido. Cuatro horas antes de la dimisión, Pedro Sánchez, en el Senado, aseguraba que Montón iba a continuar. ¡Menudo ridículo!

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