Opinión

Pinta mal

Pinta mal y pinta feo para la dirección del Partido Popular a la vista de las revelaciones ante el juez de Francisco Granados, ex secretario general del partido en Madrid, ex consejero en el gobierno de Esperanza Aguirre y ex senador.
Granados, atrapado en varias causas judiciales y en libertad condicional, se ha retractado de anteriores declaraciones y ha puesto en marcha lo que el argot del mundo judicial se llama el "ventilador". A la manera de Sansón entre las columnas del templo del dios Baal, parece hacer suyo aquél "perezca yo y conmigo los filisteos" que en tantas ocasiones a lo largo de la vida hemos visto pasar del episodio bíblico a la crónica política.
En este caso -según el dedo acusador de Granados- los filisteos serían los ex presidentes de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre e Ignacio González y quien lo es en la actualidad: Cristina Cifuentes.
A todos ellos les señala como conocedores de la presunta trama que desembocaba en la financiación ilegal del PP en la comunidad. La lanzada contra sus antiguos compañeros sólo puede interpretarse como una venganza fruto del vacío en el que se ha visto inmerso tras su entrada en prisión o, bien, que sea parte de un acuerdo de colaboración con la justicia en aras de algún tipo reducción en futuras condenas.
Obvio es subrayar que las acusaciones en el caso de no estar respaldadas en pruebas pueden ser origen de acciones ante los tribunales por injurias o calumnias. En ése sentido Cristina Cifuentes anuncia la presentación de una querella criminal contra Granados.
Acabe como acabe todo este episodio en su trámite judicial lo que ya nadie puede evitar es el daño político. El PP sale muy tocado de un asunto que, por lo demás, se suma a otros de parecido jaez: las declaraciones de Ricardo Costa (ex secretario general de los populares valencianos) revelando que Francisco Camps estaba al tanto de los manejos para conseguir financiación para el partido a cambio de concesiones de obra pública. Extremo este negado por el ex presidente de la Comunidad Valenciana.
Por no hablar de la "rajada" de Francisco Correa en el "caso Gürtel", que salpica a altos cargos actuales cuyas campañas electorales habrían sido favorecidas con fondos procedentes de empresas agradecidas. Pueda o no probar Granados sus acusaciones, el mal ya está hecho. La digresión sobre estos asuntos puede conducir a muchos electores populares a la melancolía de pensar en qué manos han depositado su confianza o, como, avizoran las encuestas, a cambiar de papeleta. En cualquier caso, pintan mal. Muy mal.

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